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Leonel Fernández y su partido FP no tienen votos para abortar la reforma a la Constitución que impulsa el presidente Luis Abinader, incluso si el PLD se suma al rechazo con sus 12 diputados, tampoco alcanzan los votos para detenerla. El valor de Leonel en la reforma de Luis, no es de votos, es legitimidad.

Es tan vital ese intangible (la legitimidad), que Danilo Medina en 2015, cuando ya tenía el apoyo de su partido para impulsar la reforma, por tanto los votos, prefirió un acuerdo interno con Leonel y luego firmó otro pacto con Miguel Vargas y así logró legitimar su reforma y evitó que se percibiera como una imposición.

Además de que Leonel y su partido son la segunda fuerza política, como líder político, Fernández, además del conocimiento que tiene sobre el tema por ser abogado, tiene un enorme peso moral en lo constitucional. No modificó la Constitución en 1999 para reelegirse en 2000; se opuso al cambio en 2002, impulsó una nueva Carta Magna en 2010 con amplio consenso, se opuso a la reforma de Danilo Medina en 2015 y encabezó la lucha para evitar la reforma que se planeaba en 2019 para las elecciones de 2020.

El presidente Abinader enrostró a Fernández recientemente, que había modificado la Constitución en 2010 para quitarse el nunca jamás. No hay constancia de que ese fuese el objetivo del expresidente porque él lo niega, pero ciertamente, quedó habilitado. Sin embargo, hasta en esa circunstancia, el expresidente ganó peso moral, pues hubiese podido presentarse como candidato presidencial para las elecciones de 2012 para un tercer periodo y no lo hizo.

Ante la negativa de Fernández de respaldar la reforma que propone Luis, ambos líderes han tomado el camino de la confrontación. Quizás Luis debió procurar el consenso con Leonel para su reforma, pero su discurso desde que asumió el gobierno no va en esa dirección.

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