La agenda nacional se torna dispersa en el Segundo gobierno del presidente Luis Abinader. No se tiene claro si es estrategia o falta de un plan claro para llevar a cabo los proyectos de envergadura que tiene en agenda el Gobierno.
Antes de tomar juramento para el segundo mandato, el presidente Abinader emitió el decreto 337-24 que crea la Comisión Meta 2036 con el objetivo de identificar las acciones y reformas necesarias para duplicar el PIB al 2036. Tomó esa decisión a pesar de que existe la ley de la Estrategia Nacional de Desarrollo, que establece planes concretos al 2030 como un pacto fiscal que aún no se ha firmado pese a que a la ley le quedan solo seis años.
Concomitantemente, el Poder Ejecutivo sometió un proyecto de reforma a la Constitución que tiene a una parte importante de la opinión pública ocupada en ese tema. Aunque el presidente Abinader logre aprobar la reforma por la mayoría que tiene el PRM, que incluso expuso en el escenario de la OEA, el proyecto parece más una legítima aspiración de legado personal que una necesidad colectiva.
Hasta el momento no está claro que el nuevo mecanismo que impulsa el Poder Ejecutivo dote de mayor independencia al Ministerio Pública y los límites al ejercicio presidencial están establecidos en la Constitución. Para completar, el empoderamiento ciudadano probó en 2019, que aunque un presidente intente modificar la Constitución para esos fines, no contará con apoyo popular. Además el liderazgo político, incluido el presidente Abinader, asumió con responsabilidad evitar la reforma y el Tribunal Constitucional hizo gala de independencia al rechazar la solicitud de anular la vigésima disposición transitoria.
Al mismo tiempo se anunció una reforma laboral, otra al sector agropecuario, una reforma fiscal y otro pacto educativo. Al mismo tiempo, el Poder Ejecutivo pone en marcha la reducción del Estado con el anuncio de suprimir y fusionar varias instituciones públicas.
Hay mucha dispersión en la agenda oficial, pero no faltan quienes dicen que es una estrategia para mantener ocupada a la oposición.