Como hemos venido dando fiel seguimiento en esta columna, el Consejo Nacional de la Magistratura aprobó, por unanimidad, la propuesta realizada por el presidente Luis Abinader de designar a Yeni Berenice Reynoso como procuradora general de la República por los próximos dos años, primera en ser electa con la nueva modalidad instaurada por la reforma constitucional de 2024.

Antes que nada, celebramos la elección de la magistrada Yeni Berenice Reynoso al frente del Ministerio Público, porque es una apuesta por la preparación, la formación y el desempeño, al tratarse de una funcionaria formada por la Escuela del Ministerio Público, titular de las principales jurisdicciones del país, que creció dentro del organigrama interno, hasta su actual designación que es la más alta dentro del órgano fiscal. Desde aquí le auguramos el mejor de los éxitos en su labor, a fin de cuentas el correcto desempeño del órgano acusador solo puede ir en pro de una mejor nación.

Ahora bien, precedida de tal formación y consenso se explica menos la decisión del Consejo Nacional de la Magistratura, de no realizar de manera abierta el proceso de designación, habríamos presenciado un proceso transparente, con certeza de los planes y objetivos de la magistrada, de forma tal que, al final de su período, pudiésemos pasar revista a lo cumplido y lo pendiente. Nos habríamos evitado el período de especulación, las teorías conspiranoicas y la incertidumbre propias del secretismo con que se manejó el tema. Ojalá para el futuro se valore la modificación del reglamento y se pueda realizar el proceso de cara al sol.

Hemos repetido hasta la saciedad que la pregonada independencia del Ministerio Público no proviene de la forma de designar al procurador o la procuradora, la independencia y el éxito de este órgano dependen de la autonomía funcional de que éste disponga, del respeto al debido proceso, de la transparencia de sus actos, de la estructuración eficiente de una política criminal y de disponer de los recursos económicos suficientes para cumplir con su labor.

En la labor de la Procuradora General de la República me quiero detener particularmente, porque tanto con el proceso de designación como con la designación misma ha quedado en evidencia el desconocimiento general de las funciones de la cabeza del Ministerio Público, el cual parecería que es una especie de fiscal “especializado” en materia de corrupción, figura que existe en otras jurisdicciones, mas no en la República Dominicana.

Yeni Berenice Reynoso no fue designada como titular de la Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción Administrativa (PEPCA), que coordina la persecución de los delitos de corrupción. Si bien esta es una dependencia del órgano que ahora dirige, también tiene su independencia particular, y así debe ser, respondiendo a la coordinación, políticas e instrucciones generales de la nueva titular.

Salvo avocación muy particular, no esperemos ver a la magistrada deponiendo en nuestros tribunales, las funciones de la procuradora general de la República son más de carácter administrativo, respecto al funcionamiento interno, la coordinación interinstitucional, cooperación local e internacional, políticas de prevención y la dirección de la política de investigación, esto de la mano con la Dirección de Persecución, puesto que hasta ahora ocupaba la magistrada designada.

Por su formación y conocimientos esperamos que la nueva Procuradora General de la República explote el instrumento de los instructivos generales, para que el accionar del Ministerio Público responda a políticas claras y precisas en todo el país, que nuestros fiscales sepan qué y cómo perseguir la criminalidad, si alguien tiene los medios para hacerlo es la magistrada Yeni Berenice Reynoso.

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