De entrada, cabe pergeñar que la persona como ser metafísico constituye una entidad agnóstica. Esto así, porque la individualidad endógena de cada sujeto en su esencia resulta inaccesible para el entendimiento humano, pero al menos en esta esfera puede lograrse determinados atisbos cognitivos, a través de la abstracción empírica o reflexiva en todo cuanto diga o haga el hombre o la mujer en su entorno circundante, aunque sigue siendo algo muy complejo, ya que según Konrad Lorenz tal especie viviente quedó erigida en el eslabón perdido de la cadena evolutiva.
Así, a la vista de la acción discursiva o fáctica de la persona objeto de aproximación cognoscitiva, hay que situar en el espectro operativo de su función actual, la figura estelar del regente del Poder Judicial, licenciado Luis Henry Molina Peña, en tanto que bajo un diseño de gestión suyo se procura emprender una nueva ola transformativa de la justicia dominicana, iniciativa de política pública de hondo calado institucional que puede comprender un elenco de expectativas favorables para la comunidad jurídica, pero de igual modo semejante proyecto propende a reivindicar un derecho consubstancial a la ciudadanía, cuya esencia radica en contar con un servicio judicial dotado de calidad total, rendido en tiempo oportuno.
La propuesta transformativa del Poder Judicial ha sido bautizada bajo el epígrafe Visión Justicia 20/24. Apriorísticamente, se trata de una iniciativa de tan amplia dimensión que quizás el quinquenio cronometrado para ser ejecutada resulte insuficiente, pero todo juez conocedor del otrora Director de la Escuela Nacional de la Judicatura puede ver semejante proyecto realizable en el tiempo programado, pues desde allí quedó erigido como gestor de un centro de capacitación judicial que por su excelencia académica obtuvo reconocimientos internacionales de instituciones del mismo género en Iberoamérica.
Luego de darse a conocer en los hechos, el incumbente supremo del sistema de justicia y del consejo administrativo del Poder Judicial ha puesto sobre el tapete una línea discursiva, de cuyas directrices generales surgen falencias de vieja data, tales como el retardo judicial, la impropia distribución de la carga jurisdiccional y la desproporcionada asignación presupuestaria por cada nivel organizativo de los tribunales, así como el papeleo excesivo o la burocracia inherente a la tramitación procesal y el anacrónico del modelo escritural de las sentencias.
Como persona de teoría y praxis, el magistrado Molina Peña confiesa ser epígono de tres figuras del ramo que a su juicio adquirieron rango representativo en el ejercicio de la función de juzgar en la región mesoamericana y en Iberoamérica, los cuales son José Trías Monge, Jorge Subero Isa y Luis Paulino Mora, quienes como jueces Presidentes de la Jurisdicción Suprema de Puerto Rico, República Dominicana y Costa Rica, cuyos legados respectivos le han servido de fuentes inspirativas para idear la planificación estratégica denominada Visión Justicia 20/24, puesta en marcha como proyecto piloto en el Departamento Judicial de Puerto Plata.
Aparte de los puntos reseñados en esta nueva ola transformativa de la justicia, aparentemente hay ruido en determinados aspectos de la propuesta en ciernes de ejecución, cuya asimilación inmediata resulta impeditiva o cuesta arriba, entre ellos la vuelta a la plenitud de jurisdicción, por cuanto implica de repente la pérdida de la especialización jurídica previamente adquirida y la medida que trae consigo que jueces de Corte dotados aún con igual estatuto adquieran imperio con miras a decidir casos correspondientes a la estructura judicial de primera instancia o de primer grado.
Aunque resulte paradójico el especialista pudiera verse como el cretino de hoy, máxime cuando suele decirse que el ser humano se halla inmerso en la sociedad del conocimiento, por cuanto el monista cognitivo carece de la sapiencia suficiente para tratar los asuntos caracterialmente complejos de la posmodernidad, por lo que el saber en el mundo hodierno ha de ser interdisciplinario, en tanto que todo jurista como juez queda compelido a desempeñarse en el pluralismo jurídico, lo cual implica tener dominio del sistema normativo donde presta servicio judicial.
En el rodaje forense de la propuesta que lleva la impronta del actual gestor del Poder Judicial, hay que traer a colación a José Trías Monge, quien preconizó que la justicia retardada hace perder el derecho, por cuanto cabe esforzarse por enrumbar el consabido plan estratégico en pro de eliminar la mora judicial.