Las violentas manifestaciones de la naturaleza, descarnan y muestran dificultades de la existencia misma, haciendo ver debilidades y carencias. El pasado viernes al final de la tarde, se “abrió el cielo” en lo que parecía ser una lluvia más de la cadena de aguaceros que desde hacía días, matizaban el final de octubre y el inicio de noviembre, descargando torrentes de agua típicos de otros meses lluviosos.
Era la materialización de los “Dos Pesos de agua” de Juan Bosch. La confusión climática y el desorden del tiempo, expresión extrema del daño acumulado a la naturaleza, se expresó con violencia sobre Santo Domingo combinando factores: una onda tropical, una vaguada y vientos del este que produjeron aguaceros de intensidad anormal en tiempo muy corto, que hizo colapsar todos los sistemas de manejo de aguas pluviales.
Los descomunales volúmenes líquidos convirtieron zonas enteras en verdaderos lagos, produciéndose enormes daños materiales, muerte de varias personas y un conocido desaparecido, con probable pronóstico trágico. Responsabilizar a Carolina Mejía, alcaldesa del D.N. de esta situación, carece de sentido, porque el conjunto de sistemas de manejo de aguas, data de siglos y es la suma de soluciones particulares que vieron desbordadas sus capacidades.
Sin embargo hacen patente, debilidades estructurales y ponen de manifiesto funcionalidades comprometidas con factores que pueden corregirse. Los estacionamientos subterráneos dejaron ver que la solución de un simple pozo filtrante, es inadecuada ante condiciones extremas.
El pavimentado de muchas calles y avenidas, que recientemente se ha estado realizando, sin remover el asfalto viejo, ha subido el nivel de la calle, acercando las aceras al pavimento, haciendo más vulnerables los estacionamientos por debajo del nivel de la calle.
Las soluciones naturales han sido alteradas con una pobre ingeniería de visión a corto plazo y desconociendo estadísticas de condiciones extremas, como las surgidas el fatídico viernes 4 de noviembre. La enorme cantidad de vehículos “ahogados” hará revisar normas, pero lo que más debe obligar es a cumplir las existentes. Llevará a los adquirientes de seguros a leer la letra chiquita y a conocer qué cubre y adonde lo deja al descubierto, la póliza de seguros que contrata.
Las manifestaciones de la naturaleza y la violencia social, son puntos oscuros en los seguros. Todos conocemos de alguna historia dolorosa en estos eventos que se desataron en una ciudad saturada de vehículos, la tarde de un viernes movido, con la gente saliendo de sus trabajos, un tránsito colapsado y el desorden vehicular propio del caos criollo y la inexistencia de personal con entrenamiento en materia de crisis, semáforos con tres luces prendidas a la vez y muchos simplemente apagados, y los demonios suelto en cada espacio de la ciudad.
El dominicano en estas situaciones deja brotar a “primero yo” y contribuye a complicarlo todo, sin sentido cívico y lo peor es, que contra sí mismo.