¿Qué libro estás leyendo ahora? Te pregunto, para saber si eres de los que ha cultivado el buen hábito de la lectura, si es así, tu ortografía y tu dicción andan por buen camino, porque estos son dos de los principales aportes del mágico y productivo mundo de los libros.
Y si acaso eres de esos a los que “no les gusta leer”, te exhorto a que cambies tu predisposición y empieces a fomentar el hábito de leer, verás como cambias para bien en términos de crecimiento.
Y a propósito del inicio de este artículo y su contexto, hay dos películas que siempre recomiendo: “Manos milagrosas”, que relata la vida de Ben Carson y “La noche de 12 años”, que nos cuenta parte de la historia de Pepe Mujica. Ambas nos dejan ver la importancia de la lectura en contextos distintos y cómo la misma no solo nos ayuda a crecer en términos ortográficos y orales, sino que nos deja como aprendizaje que lo que leemos nos marca para siempre en determinadas circunstancias.
En ocasiones trato de analizar y razonar sobre el porqué en nuestro país, lamentablemente, se habla y se escribe con un déficit terrible en cuanto a calidad. Las razones son muchas, pero hay una fundamental: no se fomenta el hábito de la lectura ni los derivados de la misma desde nuestro sistema educativo, pero mucho menos en nuestros hogares, espacio al que debemos el 85 % de lo que somos como adulto.
Y a propósito, ese mal también se encuentra en nuestras escuelas: es vergonzoso escuchar cómo se expresan algunos docentes, y los cito a ellos porque son los llamados a formar a la futura generación. En adición, la gramática de muchos profesores, y créanme, anda muy mal. Solo hay que darle seguimiento a algunos en las redes sociales.
Siento que hemos retrocedido en cuanto a la calidad educativa. Por ejemplo, recuerdo que en mi adolescencia, en Puerto Plata, amé estar en grupos de teatro y de poesía: solíamos escribir nosotros mismos para compartir y reflexionar lo escrito con los integrantes, esos adolescentes y jóvenes que terminaban convirtiéndose en grandes amigos, con afinidades y ambiciones sanas. Soy sincera al decir que extraño esa riqueza cultural que nos aportó ir por buen camino, etapa de la vida de la cual estoy muy agradecida.
La perorata anterior deriva en la siguiente pregunta: ¿La lectura influye en nuestras vidas? Sí, ¡y de qué manera!
No hay dudas de que quien cultiva el hábito de la buena lectura amplía su vocabulario, mejora su dicción y memoriza cómo se escriben las palabras, contribuyendo a mejorar su ortografía.
Exhorto a abrazar el hábito de la lectura o a crearlo ajustando tu agenda. Inicia con 30 minutos todos los días y empieza a leer un libro que te aporte, verás el cambio. ¡Gracias por leerme!