Las presiones inflacionarias que comenzaron a manifestarse desde el pasado año se suma al listado de dificultades que ha legado al país la época del Covid 19, adicionando un nuevo elemeno para la gestión de los complejos desafíos que deben afrontar las autoridades gubernamentales.
En los últimos años, un entorno internacional mayormente favorable y una gestión eficaz y oportuna de las políticas macroeconómicas y sectoriales, atenuaron las presiones inflacionarias en el país provocadas más frecuentemente por aumentos en los precios internacionales del petróleo y por fenómenos climatológico. Con estos resultados, la inflación dejó de ser relevante en las discusiones de los grandes temas nacionales.

Punto de inflexión en la estabilidad de precios

Durante el período 2012-2019, el país vivió el período de mayor estabilidad de precios desde que se llevan registro de esta variable. En esos años, la inflación anual se movió en un rango de 1.17% a 4.20%, traspasando la frontera del 4% solo en 2017, mientras que la inflación promedio anual en el período fue 2.8 por ciento.

Durante junio y julio de 2020, impulsado por la recuperación de los precios del petróleo y la depreciación del peso frente al dólar que tuvo lugar en ese lapso se produjo un punto de inflexión en la tendencia de la inflación, registrándose en esos meses alzas de precios de 1.70 y 1.88% respectivamente, las más elevadas que se han registrado para un período de un mes durante los últimos quince años. En los meses subsiguientes, se continuaron verificando aumentos de precios de manera persistente, hasta concluir el año con un inflación acumulada de 5.55%. Sin embargo, en los últimos siete meses del año esta fue de 6.8% ya que la inflación enero-mayo había sido negativa en 1.25 por ciento.

En julio-septiembre del pasado año, la inflación del quintil de menores ingresos de la población fue un 20% mayor que la del quintil de mayores ingresos. En el trimestre octubre-diciembre, el incremento de precios fue un 43% por ciento mayor para el quintil de menores ingresos, agregando mayor complejidad al proceso inflacionario.

Perpectivas

Al cierre del 2020, la inflación subyacente alcanzó 4.8%. Este indicador que se calcula después de remover de la canasta familiar componentes con mayor volatilidad de precios, refleja la fortaleza del impulso al alza de los precios de la canasta familiar que ya se expresan en el mercado interno.

De mantenerse las presiones de precios de bienes básicos e insumos como petróleo, soja, maíz, trigo, grasas comestible, entre otros, que ya se han registrado en los mercados internacionales durante los meses de enero y febrero del año en curso, podríamos reproducir en este primer semestre un comportamiento inflacionario similar al del segundo semestre del pasado año. Estas presiones se originan en restricciones en la oferta por factores climáticos o por decisión de los productores, como en el caso del petróleo y, por otra parte, factores de demanda como la recuperación de las principales economías, particularmente China, caída de inventarios y un invierno más severo de lo previsto, así como el aumentos de los fletes marítimos debido a escasez en la oferta de estos servicio.

Un escenario como el descrito previamente podría situar al país a mediados de 2021 en una inflación interanual próxima o superior al 10%, evento que no ha ocurrido en el país en los últimos dieciséis años, con todas las implicaciones económicas y sociales que ello conllevaría, pues la erosión de la capacidad de compra de la población no favorecería la recuperación de la economía ni el empleo y dificultaría la negociación del pacto fiscal.

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