Tal y como sucede anualmente, la Asamblea General de la Organización de las Naciones (ONU) genera gran interés mediático, a propósito de la agenda de temas, que centra el discurso de los líderes globales, entre otros eventos que fluctúan en torno al evento, que más que soluciones, proyectan una inercia de la comunidad internacional para hacerle frente a los crecientes desafíos globales.
En ese tenor, el 79 periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU trasciende en un contexto de tensiones geopolíticas y de crisis de diferente naturaleza que pueden ser absorbidas por el debate y el discurso que se enmarca dentro de la formalidad muy propia de la diplomacia.
A modo de resumen, exponemos los tópicos que desde nuestra perspectiva se mantienen vigentes y otros que tienen el potencial suficiente para generar otras situaciones de crisis hasta afectar la estabilidad interna y la dinámica de las relaciones entre países.
En tal sentido, la guerra entre Rusia y Ucrania sigue su curso, con una ofensiva que en ocasiones deriva en la toma del control territorial de localidades de los países involucrados. Aunque con sus altibajos, se mantiene el apoyo logístico ofrecido a Ucrania por parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), proyectando la permanencia del conflicto, a pesar de que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, afirmó: “Estamos más cerca del final de la guerra”.
El discurso del dignatario ucraniano colisiona con su iniciativa de fomentar el reclutamiento de civiles, impulsando una ley que establece el servicio militar obligatorio, y la supuesta contratación de mercenarios, una situación que quedó expuesta en un trabajo periodístico publicado por el portal virtual de la BBC News Mundo, con el título “Qué se sabe de los 2 colombianos detenidos en Rusia y acusados de ser mercenarios de Ucrania”, con fecha del 31 de agosto de 2024.
Y que decir de la creciente tensión en Medio Oriente, por la ofensiva de Israel contra Palestina, que ya se extiende a El Líbano, donde recientemente se produjo una explosión coordinada y simultánea de dispositivos tecnológicos que dejó muchos muertos y heridos, además de incorporar a este teatro de guerra conceptos tan delicados como el “terrorismo masivo” y la posibilidad de que Irán y otros países árabes se sumen al conflicto, con consecuencias impredecibles.
Hay quienes han planteado: “La geopolítica del petróleo no puede ignorarse en este escenario. Si bien la guerra de Gaza podría parecer, en primera instancia, un conflicto aislado, la realidad es que su impacto va mucho más allá de sus fronteras. Con la posible intervención de Irán, uno de los mayores productores de crudo, los precios del petróleo podrían dispararse, afectando a las economías de todo el mundo”.
Desde otra perspectiva, citamos las barreras que impiden la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2030, algunos de los cuales forman parte de la agenda de la ONU, como el cambio climático y el desarrollo sostenible, cuando existen tantas discrepancias y contradicciones entre estados que si bien están a favor de reducir la emisión de gases contaminantes e impulsar el desarrollo y el uso de las energías renovables, también se resisten a abandonar el uso del carbón, el petróleo y sus derivados.
El impacto negativo del cambio climático se aprecia actualmente en los incendios forestales activos en Los Ángeles, Estados Unidos, así como en Córdoba y San Luis, Argentina, esta última transitando por el inicio de la primavera austral; mientras que con tristeza observamos cómo la sequía fomenta la crisis alimentaria en Namibia, que se apresta a sacrificar casi mil animales salvajes, algunos con una población reducida que los expone a la extinción, para poder alimentar a la población. Cabe recordar que, la migración en países africanos está muy asociada con el cambio climático.
Otros temas, como el impacto de la migración irregular y la inseguridad en Haití, donde la polémica misión de paz liderada por Kenia trabaja con limitaciones de personal y recursos, fueron obviados de esta asamblea de la ONU.
Como se puede apreciar, los mecanismos internacionales como el de referencia han caído en una especie de inercia frente a los desafíos globales, que más que desinterés, envían el mensaje de lo selectivo que son para privilegiar la exposición y las decisiones de los temas que generan mayor interés a las naciones hegemónicas occidentales y sus agendas particulares.