Conversando con un grupo de jóvenes hace pocas semanas me preguntaban sobre el tema de los seguros. Se los dividí en tres tipos: los de la propiedad, los de salud y los de vida.
Empecé por confesarles que hace muchos años me había planteado si no sería más rentable ahorrar lo que se paga en prima para en caso de un siniestro utilizar el ahorro. Les confesé que por suerte deseché esa idea porque estaba seguro que nunca lo ahorraría porque la tentación de utilizar el ahorro en otra nueva empresa sería muy grande, estaría descubierto. Mi decisión fue tan correcta que debí utilizar el seguro cuando el incendio de nuestra empresa.
El de salud adquiere una importancia capital cuando los costos de salud en el país y en el extranjero se hacen cada vez más caros. Por último, el de vida, que es una forma de asegurar la familia cuando la fuente de ingreso principal fallece.
Empecé por decirles lo importante de elegir una buena compañía y un experimentado corredor de seguros, con una cartera importante que pueda ser un excelente intermediario entre el cliente y las compañías de seguro.
Me preguntaron cómo me había ido en el caso del incendio de una de nuestras empresas y les respondí que tenía un excelente corredor y unas empresas responsables que rápidamente desembolsaron recursos para que pudiéramos empezar el proceso de reconstrucción.
El caso de los seguros de salud es parecido, buenas empresas y corredores competentes. Les contaba que había leído sobre el fallo del Tribunal de Menores apoyados por Pro Consumidor contra una compañía de seguros que luego de la madre tener la póliza por ocho años y el niño cinco, frente a la posibilidad de que le costara mucho a la compañía sin pruebas suficientes este argumento que el niño tenía una enfermedad congénita.
A pesar de los dictámenes de los médicos que atendieron a la madre en el embarazo, el parto y el pediatra de que el niño había nacido perfectamente y el diagnóstico de su neuróloga de que era muy difícil determinar para ella si había sido antes del nacimiento o después, la compañía decidió cancelar la póliza basado en el dictamen a control remoto de unos médicos colombianos.
El fallo del tribunal fue a favor del menor y obligó a reinstaurar la póliza a lo cual la empresa apeló ante el Tribunal Constitucional bajo dos alegatos sorprendentes. Uno que la familia había llevado el caso a las cortes para proteger el patrimonio familiar y el otro que era un caso muy costoso.
No puedo negar la torpeza de los argumentos. ¿Para qué se toma un seguro? Para que la compañía tenga beneficios o precisamente para en caso de un siniestro o de una enfermedad hacer uso del mismo. El otro tan peregrino como el primero. Las compañías de seguro se reaseguran con otras para mitigar sus pérdidas, además en sus cálculos de primas, está que el promedio de sus clientes no reclaman por años, con lo cual obtienen ganancias como es lógico.
Lo más feliz es no tener que reclamar un seguro, porque nadie quiere un siniestro, ni tampoco enfermarse, pero para eso están.
En mi caso, he tenido que utilizar mi compañía de seguros de salud, ya que me he visto en la necesidad en los últimos años de someterme a cirugías importantes. Esta ha respondido de forma impecable a tal punto que me pidió si podía contar mi experticia con ellos ante un gran número de corredores que reunían de varios países en un seminario celebrado en el nuestro.
Con gusto acepté y a todo el que me pregunte contaré mis experiencias como lo haré con la compañía que negó la cobertura a este niño, porque los reclamos eran para proteger el patrimonio familiar que es para lo que se toma un seguro y porque a sus paisanos le costaría mucho el tratamiento. Pero peor aún, esta empresa había violado inscribir la póliza en Pro Consumido desde el 2010 y ante el reclamo del 2018 rápidamente fue a tratar de cubrir su falta.
Por último, me preguntaron del seguro de vida. Con cierta sorna le respondí, es el que menos me gusta pagar porque no lo veré. Todos rieron, pero inmediatamente les comenté, todos deben hacer un esfuerzo, más aún siendo jóvenes que las primas son bajas y pensar que es una forma de ahorro. Limiten ciertos gastos superfluos y piensen que su familia puede quedarse desprotegida en caso de que usted les pueda faltar. Esto va por igual a hombres y mujeres, porque muchas veces son las mujeres las más preocupadas por el futuro de los hijos.
Incluso, muchas de estas pólizas pueden ser utilizadas para pagar los estudios de los hijos en el extranjero o en nuestras universidades y esto se debe iniciar temprano porque el tiempo vuela.
Finalmente, me preguntaron los nombres de las compañías de seguro, les mencioné las que he tenido muy buenas experiencias, Universal, Mafre, Colonial, Banesco y Bupa. Sin dudas, hay otras también buenas, pero no elijan la del niño que le querían suspender la cobertura y que lo último fue negarle el pago de una silla de ruedas, cuyo costo no debe ser superior a los 300 dólares.