Deberían reflexionar sobre los reales principios éticos cristianos los congresistas que alegando su militancia católica o evangélica se niegan a reconocer el derecho de la mujer a decidir sobre su vida e interrumpir el embarazo cuando es producto de incesto, violación o está en peligro la vida de la madre.
También deben pensar en el mandato de la fe cristiana sobre la ética política, que compromete a una militancia anticorrupción, eso campeones que militan en la oposición a que se apruebe la ley de extensión de dominio, diseñada para que el Estado pueda recuperar los recursos públicos de los que se apropian congresistas y funcionarios mediantes jugadas corruptas de lo que nos pertenece a todos.
Mis observaciones son motivadas por las recientes reflexiones de monseñor Ramón de la Rosa sobre la ética en la política vista a la luz de las enseñanzas de la Biblia. Son ideas que esos congresistas, como buenos fariseos, no conocen ni siguen, pero los toman como escudos para hacerse los graciosos ante sacerdotes y beatas, que alegan muchas veces principios cuya esencia desconocen, y predican un Dios que no se corresponde con lo que enseña la Biblia: ¡DIOS ES AMOR! Al contrario, pretenden convencernos de un Dios terrible que persigue y castiga con el fuego eterno a quienes osan desafiar los principios en los que ellos fundan su fe.
Acudo a solo dos de las ricas ideas centrales de la reciente exposición de monseñor de la Rosa sobre la ética política vista a la luz de las enseñanzas de la Biblia.
1. Mateo 21, 21: Den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Es del César, los políticos, los impuestos, los planes, etc. Es de Dios la ética y los valores, como no corromperse y combatir la corrupción.
2. La separación de poderes: Reyes, Sacerdotes y Profetas y la relación entre ellos. Es necesario estudiar la dimensión política en la Biblia, no sólo como cristiano, sino como ser humano, como cultura.
A partir de estas reflexiones sugeridas, me pregunto si tiene sentido confundir la misión del Gobierno, como director del Estado y tratar de usar su poder de control para imponer a todos supuestas ideas cristianas, a los muchos que no logran convencer de sus ideas, prédicas y práctica cotidiana. Son muchos los que se presentan como portadores del compromiso de una vida siguiendo el ejemplo y las enseñanzas de Cristo, y quieren imponer por leyes humanas lo que no logran alcanzar con su pobre prédica, a veces de falsos profetas.
Pedir al Estado que imponga una creencia particular de la fe cristiana a toda la sociedad (como el aborto en circunstancias especiales) sobre un tema específico en el que ni siquiera la comunidad católica tiene una creencia unificada, y prima el particular criterio de una parte de la jerarquía, que muchas veces está al margen de las realidades sociales y las necesidades reales del pueblo de Dios.
El Dios Amor que nos presentan las enseñanzas de la Biblia, no encaja con la doblez de los legisladores que castigan a la mujer esgrimiendo como buenos hipócritas fariseos supuestas ideas cristianas, pero al mismo tiempo predican contra la ley de extinción de dominio que va contra la corrupción. Además, una instancia permeada por quienes sirven de mampara a traficantes de drogas y son promotores de la podredumbre que daña las instituciones del Estado y la sociedad.