Tal y como estableció en el año 2012 la fiscal del Distrito Nacional, efectivamente los jueces tienen, en última instancia, la mayor culpa de la mala percepción que sobre la justicia tiene la población, pero no necesariamente por corrupción –dinero-, ni por pertenecer a una especie de “asociación de malhechores” para que prime la impunidad.
Existen otras causales con mayor importancia que inciden en nuestro caótico desenvolvimiento judicial. Como es la pertenencia a grupos o sectores políticos de quienes dirigen el judicial y las presiones que luego ejercen sobre los jueces de carrera al través de investigaciones, sometimientos y traslados. Incluso, en los procesos disciplinarios los jueces son acusados por fiscales, lo cual debe modificarse y asumirse un sistema parecido al de los defensores públicos, en el cual escogen uno de sus pares, para fungir por un periodo determinado como “acusador disciplinario”.
En este oscuro panorama los jueces “de carrera” no tienen el valor de oponer resistencia a los desmanes de los encumbrados “jefes” del Poder Judicial. No tienen unidad de cuerpo, lloran de impotencia algunos, otros asumen como normal la situación y la mayoría descarga sus frustraciones en quienes procuran ante ellos justicia. De este mal inicial se desprende todo lo demás.
También, a los jueces les llegan los procesos luego de pasar por un entramado burocrático que va desde el policía que gana “dos cheles” y es encargado de apresar y “hacer las actas”, hasta el fiscal que no estuvo presente en el arresto pero que debe hacer la acusación y presentar las pruebas que, lógicamente, les llevan los policías.
Entonces, si el “caso” llegó mal donde el juez, ya sea por “problemas en la cadena de custodia” desde la recolección de las pruebas hasta el tribunal, o porque el fiscal hizo una “mala acusación”, qué culpa puede tener el juez si absuelve, si él debe ser un “tercero imparcial”.
El asunto más bien es al revés de cómo lo ve la fiscal, pues aun así los jueces muchas veces condenan. Quizá piensan que como el sistema tiene problemas, y los procesos llegan muchas veces “tan mal formulados donde ellos”, si absuelven serían “parte del entramado”, y como para los “medios de presión social” ellos –y no los fiscales- “son los culpables” de las libertades a narcotraficantes y sicarios, hay que condenar aún sin pruebas.
Cuando los jueces decidan siempre conforme a “Derecho”, haciendo prevalecer lo correcto y justo para cada caso concreto, recibirán críticas malintencionadas de muchos, pero a la larga obligaran a que se hagan correctas investigaciones y recolección de pruebas, a que se invierta más en preparar a los fiscales y policías, en equiparlos y en mejorarles el salario, incluso los suyos. En definitiva, habrá al final una “sana y correcta administración de justicia”, que es lo que todos queremos.
Aunque en el fondo, muy en el fondo, por estar divididos y por no “empantalonarse” y hacer siempre lo debido, a los jueces está bueno que les pase.