¡Buen jueves! Comienzo esta entrega con la descripción de ética que nos ofrece la Real Academia Española (RAE): “Conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida”.
En el caso del periodismo, la ética abraza “la verdad”, “la objetividad” y la “exactitud”. Si ponemos en práctica estas tres cualidades podemos decir con orgullo que aplicamos en nuestro oficio la “ética periodística”.
Pero qué sucede cuando alguno de esos tres elementos tambalea a la hora de abordar alguna información que implique daños a terceros, pues simple: corremos el riesgo de confrontaciones e incluso algo peor: una demanda por difamación que derivaría en desmoronar algo tan valioso como el prestigio y la credibilidad si ella prospera en favor de quien demanda.
Veamos la definición de la RAE de periodismo: “Actividad profesional que consiste en la obtención, tratamiento, interpretación y difusión de informaciones a través de cualquier medio escrito, oral, visual o gráfico”.
Cuando recibimos una información estamos obligados a tratarla. Esto implica estudiarla, validarla e incluso tomar en cuenta la credibilidad de la fuente y sus intereses. Ya cuando depuramos y aplicamos en base a nuestra experiencia la interpretación que amerita, procedemos a darle forma a esa información y darla a conocer con todo el respeto y profesionalidad que caracteriza al oficio y así poder sustentar lo que informamos.
El problema de hoy día es que abunda la comodidad en muchos que reciben alguna información y la bombardean sin validar y sin aplicar lo enseñado en las aulas, en las redacciones o medios radiales y televisivos o, peor aun, cuando están permeados con otros oficios ajenos a la carrera que distorsionan el rol del periodista, como la política, que es un caso que abunda.
Tiene un alto valor conducirse por las reglas y aplicarlas hasta siendo seres humanos, porque si no… la sociedad sería un caos y un espacio invivible.
No podemos tirar una piedra a determinado personaje o grupo sin consecuencias usando el oficio. Debemos defender la verdad y apostar por ser profesionales en lo que hacemos, cuando aplicamos eso, las retribuciones y el respeto llegan cuando uno menos lo espera.
Definitivamente hay que traer a la memoria de todos, la siguiente frase: “Una mala persona no llega nunca a ser buen profesional”, de Howard Gardner, quien nos recuerda que a la hora de ejercer cualquier oficio no solo pesa lo aprendido en las aulas y en la práctica a la hora de hacer pasantías, sino que pesa mucho más la formación dada en nuestras casas y los valores cimentados, que serán clave a la hora hasta de hacer una nota de prensa que implique a terceros.
¡Gracias por leerme!