Entre las actividades propias de la humanidad, ninguna otra acción concita tanto interés como la ciencia, y es la física la primera disciplina del ramo en hacer eclosión desde el siglo diecisiete en adelante, a través de los aportes de Nicolás Copérnico, Galileo Galilei, Isaac Newton y Albert Einstein, cuyo detalle minucioso va a resultar muy prolijo, en escrito de semejante magnitud, máxime cuando se trata de hechos bastantes notorios para la comunidad científica de la órbita local e internacional.
De suyo, la física en pasos sucesivos vino a convertirse en la disciplina paradigmática en el ámbito de las ciencias naturales, hasta el punto de propiciar en los demás saberes sistemáticos la imitación mimética de la rigurosidad metódica, la regularidad empírica, la observación controlada, el experimentalismo, la validez lógica-deductiva y la neutralidad valorativa, a fin de que prevaleciera el imperio de una metodología general en la esfera de la indagatoria científica.
Al reverso de semejante postura, cabe situar en este contexto el planteamiento crítico de Jürgen Habermas, esbozado en su obra atinente a la materia, intitulada Lógica de la Ciencias Sociales, donde el autor compiló diversos ensayos publicados de modo disperso en distintas revistas acerca de filosofía y disciplinas de otra rama epistemológica, durante veinte años, entre dichos trabajos metodológicos cabe citar escritos tales como disputa sobre el positivismo, discurso filosófico de la modernidad, teoría de la acción comunicativa y más textos similares.
Entre anverso y reverso, existen dos teorías contrapuestas en la obra comentada que versan sobre la misma materia, al ser la teoría analítica de la ciencia la que ocupa el primer plano, cuyos postulados fueron prohijados en el Círculo de Viena, a través de los aportes de Karl Popper, para quien la sociología debía seguir los lineamientos epistemológicos de la física, y procurar entonces la unificación científica mediante un método universal, regularidad empírica, positivismo lógico, cosificación de la relación social, cientificidad apriorística, observación controlada y neutralidad valorativa, entre otros constructos.
En cambio, la teoría dialéctica de la ciencia, a juicio de Jürgen Habermas, propende hacia el uso de la hermenéutica como metodología comprensiva de las disciplinas sociales, por cuanto la sociedad hay que verla como una totalidad sistémica, donde el mundo es creado mediante la interacción intersubjetiva de los integrantes de la humanidad, pero que está muy distante de lograr la misma operatividad científica de la naturaleza.
Del desglosamiento de esta obra, la dialéctica cobra otro giro lingüístico, porque el consabido autor, otrora militante de la Escuela de Fráncfort, denota dicho concepto adscripto a las ciencias sociales como la tentativa de entender en cada momento el análisis como parte del proceso social dotado de autoconciencia crítica, de donde resulta entonces que el cientista ha de captar el sentido subjetivo de la relación dable entre personas, pero sometiendo semejante perspectiva hermenéutica a la totalidad histórica de la sociedad.
Entre ambas perspectivas teóricas, resulta evidente que el aparato metodológico de las ciencias naturales y de las disciplinas sociales muestra notable diferencia, en tanto que bajo el amparo del positivismo lógico la sociología debe someterse a la deducción analítica, toda vez que el conocimiento científico deriva de los hechos, lo cual implica observación controlada y verificación experimental para que haya entonces regularidad empírica. De lo contrario, el resultado vendría a ser ideologización, proveniente de imaginaciones especulativas.
Dentro del campo de las ciencias jurídicas, vino a suceder algo parecido, cuando Hans Kelsen bajo los influjos del Círculo de Viena publicó en 1935 la obra intitulada Teoría Pura del Derecho, en cuyo contenido trazó los lineamientos epistemológicos de la neutralidad valorativa, preconizando entonces el estudio de esta disciplina al margen de cualquier preceptiva propia de la filosofía moral, en busca de que se aplicare en concordancia con los parámetros del positivismo lógico.
Sin ánimo de ser exhaustivo, conviene acotar a modo de cierre que las ciencias sociales, entre ellas derecho, sociología, política y economía, pueden ajustarse a la lógica dialéctica, toda vez que la regularidad empírica dable en esta esfera tiende a la ductilidad, en tanto que en lugar de discernir sobre validez formal, mejor suele usarse el concepto de legitimidad mediante el consenso social, tal como preconizó Thomas Kuhn, además la experimentación instrumentada adquiere matices dotados de cualidades peculiares, donde cobra mayor incidencia la relación medio-fin para el decisionismo social.