JCE aclara condiciones para difusión de encuestas a boca de urna
JCE aclara condiciones para difusión de encuestas a boca de urna

María Cristina Rodríguez
Especial para elCaribe

El ecosistema electoral de la República Dominicana ha sido terreno fértil para noticias falsas y escrutinio constante, sin embargo, en las últimas semanas, las palabras confianza y credibilidad, refiriéndose a la Junta Central Electoral (JCE), han constituido una anáfora en la opinión pública, que sugiere un contexto informativo plural, abierto y transparente. De ahí, es necesario ir más allá del sustantivo y pasar al verbo: ¿cómo se construyó esa confianza? Luego de los eventos desafortunados en 2020, en un entorno marcado por mensajes orientados a sembrar dudas sobre la imparcialidad del órgano, ¿cómo fue posible pasar del escepticismo a la credibilidad tanto para la ciudadanía como para los actores del proceso electoral?

La suspensión de las Elecciones Municipales de 2020 y la avalancha de desinformación que siguió contaminaron el debate público y afectaron la percepción de los votantes. En ese sentido, el actual pleno de la JCE estaba consciente de que la tarea no sería sencilla. Sabían que las noticias falsas tienen un ciclo de vida que, aunque eventualmente se desvanece, deja huellas duraderas. Sin embargo, también comprendieron que las mismas herramientas usadas para desinformar y confirmar prejuicios podían ser utilizadas para anticipar y proporcionar fuentes de información que protegieran el voto libre y la confianza en el proceso electoral.

La JCE adoptó una postura de pensamiento crítico, reconociendo las barreras, las variaciones del proceso y a quiénes afectaba. Direccionó su camino hacia la credibilidad en dos ciclos: primero, la prevención mediante la pedagogía ciudadana; y segundo, el combate a la desinformación a través de la verificación de los hechos.

“La Junta Central Electoral es la única fuente oficial de información sobre los procesos electorales”. Este mensaje se repetía insistentemente en la opinión pública, para consolidarse como el núcleo de una campaña educativa orientada a erradicar rumores y noticias falsas. La JCE actuó como un agente pedagógico, aseguró que la ciudadanía comprendiera el impacto de la desinformación en la toma de decisiones democráticas.

Esta campaña de sensibilización incluyó capacitaciones a periodistas y comunicadores sociales, actores clave para transmitir información veraz. La institución les proporcionó herramientas para analizar y cubrir adecuadamente el proceso electoral.

Otro elemento innovador en este combate a la desinformación fue el acuerdo con la Universidad Complutense de Madrid, una alianza para desarrollar estrategias específicas contra este fenómeno. Como resultado, se creó el War-Room o Salón de Crisis, un centro de monitoreo en tiempo real que permitió identificar y desmentir rápidamente cualquier desinformación que pudiera circular durante el proceso electoral.

El día de las elecciones también fue decisivo para fortalecer su credibilidad. Apenas tres horas después del cierre de las urnas, se emitió el primer boletín con más del 20% de los resultados procesados. Así, la JCE eliminó uno de los factores que alimentan la desinformación: el vacío de información.

Además, la habilitación de un portal web para que medios de comunicación y actores políticos pudieran seguir los resultados en tiempo real, representó una barrera adicional para la propagación de rumores. El acceso inmediato a los datos oficiales permitió una supervisión más eficaz, que generó confianza en la veracidad de los resultados. Es importante mencionar que organismos internacionales como la Misión de Observación de la OEA destacaron estas iniciativas, y las consideraron ejemplos de transparencia electoral.

En definitiva, la Junta Central Electoral, encabezada por el profesor Román Jáquez, entendió que para restaurar la confianza en un entorno donde la desinformación prolifera, debía ser proactiva, transparente y ágil. Esto apunta a una lección: en tiempos de desinformación, el único antídoto es una comunicación abierta y confiable. Así, la confianza no es un concepto abstracto, sino un verbo, una acción constante que permitió transformar el escepticismo en credibilidad.

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