Miguel Guerrero lanza “Jaque a la libertad. El derecho de no asociación”
Miguel Guerrero lanza “Jaque a la libertad. El derecho de no asociación”

En los siglos XVII y XVIII era muy frecuente que en las cortes europeas los potenciales cantantes masculinos de ópera se castraran desde niños con el propósito de que la voz no les cambiara antes de llegar a la pubertad, cuando regularmente la voz tiende a oscurecerse. El cambio preservaba la voz aguda de los niños con una potencia mayor muchas veces con el timbre agudo de soprano o de contralto.

En aquella época esa práctica gozaba de mucha popularidad en las cortes y continuó hasta mediados del siglo XVIII. Aunque existieron castratos muchos años después como se les llama todavía, y todavía existen, sus actuaciones se limitaron a festejos religiosos y a composiciones especialmente escritas para ellos.

Tal vez el caso más famoso sea la ópera Xerxes, o Jerjes, el monarca persa, hijo del gran Darío escrita en inglaterra por George Friedrich Handel, autor de El Mesías, composición escrita en 1738 cuya famosa aria “Ombra mai fu”, escrita especialmente para un castrato muy famoso de la época, con el tiempo ha sido parte del repertorio de la mayoría de los tenores más famosos del siglo 20 y aún se sigue cantando por tenores líricos, como en su tiempo a mediados del siglo pasado lo hicieron los Beniaminio Gigli, Franco Corelli, Gussepi Del Monaco y muchos otros. Los monarcas actuales y las iglesias católicas suelen emplear en festejos de carácter muy religioso a uno que otro castrato que aún viven y que periódicamente encuentran roles en óperas y composiciones escritas siglos atrás.

Los castratos son voces agudas muy hermosas de gran valor artístico en la historia de la música operática. Vale la pena oírlos, porque los hay de muy alta calidad.

Posted in La columna de Miguel Guerrero, Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas