La oposición necesita más creatividad para alcanzar o recuperar el poder. Debería enfocarse en el análisis de los planteamientos oficiales y abandonar la costumbre de reducir las respuestas a simples e inocuas descalificaciones, cuando se trata de discursos de rendición de cuentas o de iniciativas para resolver, por ejemplo, los daños de un huracán.

Por años me ha intrigado la reacción de los partidos y de sus dirigentes sobre esos discursos y la curiosidad me llevó a revisar los pronunciamientos de los grupos de oposición y de sus dirigentes en pasadas comparecencias del jefe del Estado, tanto en gobiernos del PLD, como en las administraciones de Balaguer, las del PRD y, por supuesto, las del PRM.

Comprobé que en la mayoría de los casos no había sido necesario escuchar a los presidentes. Muchas de las reacciones leídas en una revisión que he realizado de esos años muestran una enorme similitud en las observaciones a esos discursos. Insustanciales letanías que no aportan mucho. Si se les presta la debida atención a muchas de esas reacciones, parecen calcadas de un manual de oposición que nadie, hasta ahora, se ha empeñado en escribir.

La afirmación de que cada discurso de Medina o de Abinader fueron o son descripciones de “un paraíso” inexistente, o una visión idílica de una realidad muy distinta a la que vivimos, podemos encontrarla en cualquier edición de un 28 de febrero del año que nos plazca desde 1970 hasta la fecha, sin que tales observaciones se refuercen con un análisis basado en un cuestionamiento a fondo de los planteamientos presidenciales, en lugar de juicios basados en su autoridad moral o en sus intenciones políticas.

La realidad es que sería una idiotez presidencial no aprovechar el escenario de esos días o de muchos otros, para promoverse y proyectar sus ejecutorias, al tratarse de una actividad política, si bien sabemos que muy poco de lo que dicen llega a ejecutarse.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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