A mediados de los años setenta, recibí una llamada de los hermanos Cedeño, dueños del periódico El Sol, ya desaparecido,  con una queja  en mi calidad de representante  en el país de la agencia de noticias United Press International (UPI). Se quejaban de un atraso en el envío de las tiras cómicas que entonces eran de las secciones más leídas de los diarios nacionales.

Los lectores solían llamarle a esas tiras “la página de los muñequitos”. Incluían el Pato Donald, Mickey Moose, Avivato, Dic Tracy, Red Riders, Popeye el marino,  Castorcito,  Mandrake el mago, Supermán, La pequeña Lulú, Caperucita Roja,Tarzán, el rey de la selva, y muchas otras.

Yo era corresponsal y gerente de la empresa, es decir, responsable de la cobertura informativa y podía vender sus servicios noticiosos, pero no poseía autoridad para cobrarlos. El diario se había atrasado en los pagos y habían suspendido temporalmente el envío de esos servicios. La llamada de los amigos Cedeño ponía énfasis en una tira en particular, la de Tarzán. Me explicaron que más de una veintena de lectores se habían quejado  que en la última publicación de la tira, 45 días antes, Tarzán había entrado en lucha contra un cocodrilo y querían saber si el rey de la selva había matado al cocodrilo o este se había comido a Tarzán.

Escribí a la agencia y dos días después me respondieron que le estaban enviando al periódico todos esos servicios por el resto del año, con una nota jocosa de cuanto habían reído por el caso. Los amigos Cedeño me dieron las gracias por el servicio y el  lunes siguiente, El Sol publicó a Tarzán con su pie derecho sobre la cabeza del cocodrilo, dándose repetidos golpes sobre el pecho con su grito de victoria: “Kriiga bundolo, mata Tarzán”, que se oía en toda la selva.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas