Hace unos años se publicó en Europa una serie de caricaturas satirizadas del papa. En algunas de ellas, el obispo de Roma y jefe espiritual de más de 800 millones de católicos, aparecía en situaciones bastante ridículas, como una en particular que lo mostraba en una playa exhibiendo una exuberante barriga y un pequeño traje de baño.

Muchas de esas caricaturas, concebidas tras una visita de Juan Pablo II a España, fueron luego publicadas en el diario La Mañana, de Lérida, a finales de la primera década del siglo. Posteriormente, la cadena de televisión MTV difundió la serie titulada “Popetown” (Ciudad del Papa), un conjunto de películas basadas en dibujos animados protagonizada por un papa loco, excéntrico, en la que se mostraba también a un cardenal corrupto y criminal.

En esos días, en Europa se exhibió una exposición denominada The Pope, Humor Sant (El papa, humor santo) con 80 caricaturas satirizadas del jefe de la Iglesia, si bien no se hacía contra ningún Pontífice en particular, sino valiéndose de la imagen de un papa genérico. En ninguno de esos y otros casos, los católicos alrededor del mundo salieron a quemar neumáticos ni a destruir embajadas. Tampoco el Vaticano hizo publicar una “fatwa” para condenar a muerte, donde quiera que se encontraran, a los responsables de esas acciones contra la Iglesia.

La publicación de caricaturas de Mahoma por diarios de Dinamarca y Noruega, si mal no recuerdo, produjo en cambio en esa época una reacción desproporcionada y violenta en varias ciudades europeas y los responsables de la publicación fueron sentenciados a muerte por líderes islámicos, al considerarla ofensiva al profeta.

Embajadas de esos y otros países fueron incendiadas en capitales de naciones islámicas en reiterada y sorprendente demostración de un fanatismo religioso irracional que tiene al mundo de rodillas.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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