No hay duda: el presidente de Argentina -Javier Milei- ha roto con los paradigmas políticos de estos tiempos: autócratas, outsider (Macron-Trump), dictadores y los tradicionales o discursivos. En fin, es una suerte de ruptura o espécimen político raro del que la prensa internacional y ciertos “analistas” no saben cómo leer o desmentir sin que los organismos financieros -esos que dictaminan índice de crecimiento, estadísticas, falsas o no, y disciplina en la ejecución de políticas públicas- puedan negar que el “loco” va sacando a flote a la otrora arquitectura-europea (vitrina) en América que una retahíla de políticos corruptos y gorilas militares -remanentes, híbrido o no, del peronismo- llevarán al “corralito” o quiebra-bancarrota.
Y nadie quiere mirar hacia el greñudo ni mucho menos hablar de sus logros, pues sería tragarse sus “análisis” o predicciones fallidas ante unos resultados más que palpables: redujo la hidrocefalia estatal, hiperinflación, ajuste-equilibrio fiscal -ante la inmensa deuda pública-privada-, política monetaria responsable, los nichos de corrupción pública y revocó los beneficios, de por vida, de la grey privilegiada de boatos -a costa del erario- llámese: políticos y técnicos-burócratas que hicieron botín de Argentina por décadas…..(después de Raúl Alfonsín -vuelta a la democracia (183-89)-: Carlos Menem, de la Rúa, Ramón Puerta, Rodriguez Saá, Mauricio Macri -aunque en menor medida-, Fernández; y lo peor, los Kirchner).
En buena onda, si ha habido una verdadera disrupción política en Latinoamérica ha sido el proceso político e institucional que el presidente Milei ha venido implementando, en la patria de Lugones y Borges, buscando disciplinar un derroche; pero sobre todo, detener un derricadero u abismo-.
De sus adversarios-detractores -nacionales-foráneos-, solo quedan ladridos y rabos entrepiernas, pues no encuentran cómo despotricar; y por ello, o se van en pésimos augurios, lamentos o tenues aceptación, en mutis, de que el “loco”, efectivamente, va enderezando lo requete-torcido.
Y resulta difícil o duro aceptar-reconocer que un contracorriente-irreverente o disruptivo político haya puesto, en cierta forma, disciplina y resultados donde solo había desbarajustes, despilfarro y políticos acostumbrados a lo suyo: discurso, cuentos y acumulación de riquezas rápida (corrupción) para su gleba y correligionarios de “partidos”, empresarios y prensa.
En otras palabras, el presidente Javier Milei, es un fenómeno político más cuerdo que el diablo aunque maldiga a quien lo parió y le guste el mote de “loco”. Este, a diferencia de Pinochet, le cayó, como irónicamente dijera Borges, “del cielo” a Argentina. Si no, pregúntele al FMI, entre otros gendarmes financieros internacionales (que no prestan o donan de gratis).