En tiempos de crisis de gran magnitud como la que enfrenta en estos momentos la humanidad, la gente necesita y desea ser dirigida por gobiernos con suficiente firmeza y autoridad para imponer las reglas que se requieran para minimizar los efectos negativos que la misma tiene sobre las personas y la economía; que mantengan permanentemente informada a la Nación sobre los acontecimientos, avances y ajustes en la estrategia adoptada para enfrentar la crisis; y que trabajen con intensidad, transparencia y efectividad. Sin temor a equivocarme, creo que la mayoría de los dominicanos reconoce que el Gobierno que encabeza el Presidente Danilo Medina ha abrazado el desiderátum de la Nación ante este reto sin precedentes que enfrentamos.
La semana pasada indicamos que el primer mandato de la carta de ruta recomendada para enfrentar las consecuencias económicas de las pandemias virales establece que “es mejor hacer demasiado en lugar de muy poco”. El Gobierno, consciente de que no cuenta con (1) una vasta infraestructura sanitaria, (2) suficientes dispositivos e insumos de control de la propagación que generen grados de libertad en favor de una flexibilización de las medidas de distanciamiento social, y (3) un numeroso ejército de médicos, enfermeras y facilidades de UCI para hacer frente a una irrupción de pacientes en estado delicado, ha importado correctamente este mandamiento y ha impuesto con firmeza y visión, medidas duras, desagradables, pero extremadamente necesarias para contener la propagación incontrolable del coronavirus. Muchos consideramos que la medicina es muy amarga, pero al mismo tiempo, reconocemos que es necesaria para evitar que la pandemia desencadene una devastación en la población. En el fondo, nos alegramos de que el Gobierno actúe con firmeza y sin concesiones. Los encerrados hemos ido desarrollando una especie de Síndrome de Estocolmo a la inversa: hemos comprendido que la orden de “secuestro en nuestros hogares” impartida por el Presidente Medina y reiterada por el Ministro de la Presidencia, Gustavo Montalvo, ha sido dada por nuestro bien y el de nuestras familias.
El Gobierno también ha mantenido informada a la población, no sólo sobre las medidas que casi a diario adopta para cruzar la tormenta y poder llegar a puerto, sino también, sobre la dinámica de la propagación del virus, los casos positivos, los descartados, y los fallecidos. A través de ruedas de prensa diarias o entregas a los medios de boletines los sábados, el Ministro de Salud Pública ofrece todas las informaciones que necesitamos conocer y responde las preguntas de los periodistas sobre la dinámica de la pandemia en nuestro país. Muchos pensarán que esta es una tarea fácil, pero no lo es, más aún en estos tiempos de redes sociales sin filtros, donde la verdad y la mentira disponen del espacio ilimitado para informar y desinformar, respectivamente.
En días pasados, aparecieron gráficos en las redes sociales que presentaban una dinámica de los casos acumulados en República Dominicana más explosiva y en consecuencia, más catastrófica, que la exhibida por Italia y España. No hay dudas que este tipo de desinformación, quizás motivada por intereses políticos, genera preocupación, desconcierto y temor en la población. La crisis que enfrenta la humanidad y los gobiernos del mundo es muy seria. La licencia para desinformar que las redes sociales han otorgado a todos los que habitan en las mismas, constituye una barrera adicional que enfrentan las políticas públicas, más aún, en tiempos de crisis como el que enfrentamos. Las comparaciones con otros países deben hacerse con cuidado. En ocasiones, es necesario normalizar la data para corregir por tamaños poblacionales diferentes. Una forma de hacerlo, por ejemplo, es recalculando la data de casos acumulados de contagio por cada millón de habitantes en el país. Cuando hacemos la normalización, tenemos que al día 34 después de haberse dado a conocer el primer caso, en España tenían acumulado 2,019 casos por cada millón de habitantes. En Italia, también al día 34, tenían acumulado 681 casos por cada millón de habitantes. República Dominicana, al 3 de abril, que corresponde al día 34 después de haberse anunciado el primer caso de contagio, teníamos 151 casos por cada millón de habitantes. En otras palabras, por millón de habitantes, al día 34, España tenía 13.8 veces más casos que nosotros; Italia, 4.5 veces más. Cuando medimos los nuevos casos por cada millón de habitantes al día 34, mientras en España e Italia registraron 197 y 88, respectivamente, nosotros tuvimos 9 por cada millón de habitantes.
No vamos a cometer el mismo error “involuntario” en que incurren algunos en las redes sociales y plantear que, visto lo anterior, hemos sido mucho más exitosos que España e Italia controlando la pandemia. No lo podemos afirmar porque para ello se requiere saber la magnitud del testeo llevado a cabo en los tres países. Está claro que mientras más testeo se realice, aumenta el número de casos positivos. La realidad es que tanto Italia como España, países con más recursos que el nuestro, han testeado más que nosotros. Italia, al día 34, había testeado 3,031 personas por cada millón de habitante; España, 5,614; y República Dominicana, 419.
Una mirada a América Latina, una región más apropiada para evaluar nuestro esfuerzo, nos permite ver claramente que los países que han realizado más testeos por cada millón de habitantes (Chile, Panamá, Uruguay y Barbados) registran mayor número de casos positivos. República Dominicana, con 419 testeos por cada millón de habitantes registra 151 casos positivos por millón de habitantes, lo que arroja una tasa de positividad de 36%, la más alta de la región, por encima de Ecuador (31%) y Panamá (23%). Esto puede estar reflejando una administración más rigurosa en la realización de las pruebas, privilegiando a personas con síntomas asociados al contagio del coronavirus, debido a la no disponibilidad de suficientes kits para detectar el coronavirus.
Es cierto que estamos testeando más, por millón de habitantes, que Cuba, Brasil, Argentina, Jamaica, Paraguay, México, Guyana, Venezuela, Belice, Bolivia, Haití, El Salvador, Guatemala y Honduras. Pero podemos y debemos hacer más y el Gobierno ha anunciado que los testeos se expandirán considerablemente a partir de esta semana. Eso nos permitirá escalar a las posiciones más altas del ranking y de esa manera, poder dar mejor y más efectivo seguimiento a la población contagiada. Como ha recomendado el Premio Nobel de Economía, Paul Romer, testeos masivos con la entrega simultánea de grandes cantidades de utensilios y elementos de protección a la población, que allanen el camino al eventual y necesario regreso al trabajo, es lo único que puede evitar la muerte de la economía. Y claro, la catástrofe para la salud pública que este último fallecimiento acarrearía, sin lugar a dudas, más grave que la que provocaría el coronavirus.