El impacto del virus en la economía es y seguirá siendo en los próximos años enorme, de acuerdo a los organismos internacionales y nacionales del área.
Esa tan crítica situación trae al recuerdo a quien tanto hizo en el país por la Economía como disciplina científica. Nos referimos al Padre José Luis Alemán, doctor en Economía, que la divulgó ampliamente, creando además junto a un destacado equipo de profesionales la reconocida Maestría en Economía de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra-PUCMM-.
La referencia al Padre Alemán viene al caso además por cuanto dada su gran sensibilidad, vio en la Economía una vía para contribuir al verdadero desarrollo humano.
Ante la pandemia cómo volver a crecer es el fundamento de las estrategias que se conciben; pero el abordaje científico de la Economía -nos lo decía el Padre Alemán entonces- ha dejado atrás ese solo enfoque y lo ha complementado y hasta superado con visiones y respuestas más profundas.
En los EEUU de qué tanto ha valido su sólido crecimiento económico promedio por más de 70 años si mientras en China donde se inició la pandemia se registran a la fecha 4 mil 652 fallecidos, en el país que preside el señor Trump se reportan 146 mil 250 fallecidos (37 veces más) y aun así no se entiende la imperiosa necesidad de transformar el sistema de salud pública de esa gran nación para que la economía contribuya efectivamente al desarrollo humano, y en el cual las inversiones en salud y educación son de las de mayor impacto.
Es momento de mirar más de cerca las contribuciones de Amartaya Sen, economista hindú a quien se le otorgó el premio Nobel en el 1998, aún no plenamente comprendido. Sen estableció el puente entre la Economía Normativa -el deber ser- y la Economía Positiva-el ser o la efectividad del mercado- encontrando que la libertad económica, principio fundamental para el crecimiento, no es necesario contraponerla -todo lo contrario- a la libertad humana; pero se refería a la libertad humana en cuanto a la capacidad de la gente para elegir dentro de opciones un tipo de vida potencialmente digna, contraria a las grandes privaciones que genera la pobreza en todas sus formas restringiendo esa capacidad de elección.
Asumir desde el Estado una perspectiva más profunda de la economía que supere el enfoque sólo del crecimiento, bien podría ser un muy valioso impacto en esa “unidad y lucha de contrarios”-lo positivo de lo negativo- que la adversidad de la pandemia ha puesto en escenario y que desde el Estado debería de impulsarse intensamente.