Hace más de un siglo en que se conmemora el Día Internacional de la Mujer, conocido anteriormente como Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Esta conmemoración se realiza para reconocer las luchas de las mujeres por lograr equidad y justicia.
Fueron muchos los episodios sucedidos en la historia, que sirvieron de motivación para declarar el 8 de marzo como el “Día Internacional de la Mujer”. Una de las ilustraciones más notable se remonta a mediados del siglo XIX, cuando en plena Revolución Industrial, el día 8 de marzo de 1857, miles de mujeres trabajadoras del área textil decidieron salir a las calles de Nueva York con el lema “Pan y Rosas” para protestar por las miserables circunstancias laborales y la demanda de un recorte del horario y la exclusión del trabajo infantil. Este episodio abrió las puertas para que otros movimientos, sucesos y movilizaciones (como la huelga de las camiseras de 1909), escribió uno de los capítulos más sangriento de la lucha por los derechos de la mujer.
Otro hecho trascendente en las luchas de las mujeres por la igualdad y el respeto a sus derechos, se produjo el 25 de marzo de 1911, cuando se incendió la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist, en Nueva York. Un total de 123 mujeres murieron, la mayoría jóvenes inmigrantes de entre 14 y 23 años.
En Europa, fue en 1910 cuando durante la 2da Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, mujeres procedentes de 17 países europeos, decidieron proclamar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Se organizaron mítines en los que las mujeres reclamaron el derecho a votar, a ocupar cargos públicos, a trabajar, a la formación profesional y a la no discriminación laboral.
En la vida diaria es evidente la acción del hombre como protagonista y la minusvaloración de la acción de la mujer. Tal situación acompaña el desarrollo del ser humano, en los tiempos y en las circunstancias en que la fuerza constituía el factor decisivo de las relaciones económicas, sociales y políticas. Esa es una de las razones que conllevan a una visión de la historia marcada por hechos bélicos marcados por la discriminación contra la mujer.
A lo largo de los años, las mujeres han descontruido prejuicios como el que les impedía desarrollarse laboralmente en áreas distintas a las de los hombres, causados por los penosos estereotipos que les atribuían ser más serviciales, comunicativas y pacientes.
Las mujeres dominicanas hemos logrado avances importantes hacia la igualdad y equidad de género; pero aún nos queda un largo camino por recorrer, conquistando espacios, motivando a las niñas y jóvenes femeninas, a la participación y la inclusión en el campo de las ciencias, las ingenierías, la biotecnología, la vida social, política y económica. Este es uno de los objetivos fundamentales a lograr si pretendemos avanzar hacia una sociedad cada día más moderna, desarrollada, competitiva y democrática. Para ese propósito las mujeres deberán participar en condiciones de igualdad, para recorrer junto a los hombres el camino que debemos definir para construir el nuevo modelo económico y social de República Dominicana.
Es preciso construir valores, aptitudes y convicciones, que nos convenzan de que no sólo el hombre hace la historia. Es preciso trascender la cultura que excluye a la mujer de disfrutar, en condiciones de libertad e igualdad, de los derechos y deberes en el desarrollo de una nación justa, equitativa, igualitaria, democrática y segura, respetuosa de los derechos humanos, responsable de crear las condiciones, los conocimientos, los valores, las normativas sociales y jurídicas que permitan que la cultura de la igualdad de género se imponga a la exclusión y prejuicio.
Resulta urgente develar la participación de la mujer en todos los ámbitos de la construcción social, a pesar de las discriminaciones y limitaciones que por miles de años se le ha impuesto.