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Recientemente comentábamos que, en mayo, los partidos políticos acordaron a unanimidad segregar por sexo el proceso electoral que acaba de culminar. La iniciativa, avalada previamente por la Junta Central Electoral, surge del partido Fuerza del Pueblo, como una medida de salubridad nacional, ante la pandemia del COVID-19, que tal y como ocurre con el Ébola, el VIH y la influenza, tiene efectos que discriminan por sexo.
Las organizaciones Save the Children (Salvar a Los Niños), El Mitín, Defensoría de los Derechos Humanos Mujeres y Jóvenes, Transsa y Polétika, tacharon la medida de “inconstitucional”, argumentando que violaba el derecho de las personas trans a la intimidad y a la privacidad, olvidando que la constitución dominicana también reconoce el derecho de toda la población a la salud. Posteriormente y sin ofrecer explicaciones, la JCE decidió derogar unilateralmente una decisión democrática, consensuada entre todos los partidos políticos del país.
Llama la atención encontrar en esta lista a Save the Children. Fundada en Inglaterra en el 1919, se define pronunciando que: “Todos los niños tienen derecho a un futuro. Conseguimos cambios duraderos en la vida de millones de niños”. Pregunta: ¿qué busca una organización internacional enfocada en los derechos de la niñez inmiscuyéndose en las decisiones democráticas dentro del proceso electoral dominicano?
Encontramos nuestra respuesta en el comunicado titulado ‘La identidad de género: un derecho para la infancia’ publicado por Save the Children el 15 de enero del 2020. El documento expresa: “Entender que la identidad de género no depende de la genitalidad, todavía es una tarea pendiente de gran parte de la sociedad que genera un incalculable daño a la infancia trans”. Es decir, Save the Children objetó la decisión de los partidos, porque esta reconocía la existencia del sexo biológico, y esto contraviene su interés de invisibilizarlo para promover políticas de ‘identidad de género’ en el país.
El comunicado afirma: “El acceso a los tratamientos hormonales o a las cirugías de reasignación son un derecho que ha de reconocerse, si queremos respetar el sentir de la infancia trans”.
Al promover esta posición, el cambio duradero que esta organización incentiva en la vida de millones de niños ni es saludable, ni es benigno.
Ningún niño crecerá saludable mientras sea sometido a cocteles de medicamentos innecesarios. Ninguna niña que reciba cantidades industriales de testosterona, podrá alcanzar su potencial cognitivo. Hormonizar muchachitas porque juegan vitilla y varoncitos porque juegan con muñecas, incentivando que ambos piensen que son del sexo opuesto, representa un crimen de lesa humanidad.
Los tratamientos hormonales y las cirugías experimentales exponen a menores de edad a la eventualidad de histerectomías precoces (para prevenir el desarrollo de cáncer del útero, que no aguanta dosis tan elevadas de testosterona), prolapsos vaginales, problemas del tracto urinario, enfermedades cardiovasculares, disminución drástica de la mineralización de sus huesos y osteoporosis temprana.
La posición que promueve Save the Children también expone a niñez saludable a la infertilidad, pues sus gónadas nunca llegan a madurarse, a daños irreversibles de sus órganos sexuales y a disfunciones sexuales permanentes. Hasta la fecha, se ignora el impacto que tienen a largo plazo estos tratamientos hormonales, en el desarrollo neurológico de la infancia.
Save the Children y yo concordamos en una cosa: todos los niños tienen derecho a un futuro. Con una salvedad: todos los niños tienen derecho a un futuro libre de tratamientos hormonales, libre de cirugías de “reasignación de sexo”, libre de manipulaciones oportunistas y libre de estereotipos sexistas. ¡Y las niñas también!
La sociedad dominicana deberá prestar atención extrema a las agendas antidemocráticas de organizaciones como Save the Children, y priorizar, por sobre todas las cosas, la salud de la niñez, incluso cuando esto conlleve tener que plantarnos ante organizaciones que alegan defender sus derechos.