En octubre de 2015 las costas del área sur de México, en el océano Pacífico, vieron nacer, crecer y desarrollarse hasta su máxima expresión al huracán más poderoso que haya sido medido instrumentalmente en los mares del planeta Tierra, al cual le correspondió el nombre de Patricia y alcanzó vientos máximos sostenidos de 325 kilómetros por hora, y ráfagas de vientos de hasta 400 kilómetros por hora, pasando a los libros de récord con gran preocupación para la comunidad científica que estudia las variaciones del clima y el calentamiento global, y hace apenas dos semanas dimos seguimiento al proceso de evolución, rápido fortalecimiento, desplazamiento y alto nivel de precipitación pluvial del huracán Harvey, en el golfo de México, el cual pasó en pocas horas de una simple tormenta tropical a fuerte huracán categoría 3, y luego a categoría 4, descargando sobre la zona de Houston 1,270 milímetros de lluvias en 72 horas, en una zona donde caen 1,200 milímetros de lluvias en todo un año, sugiriendo que el rápido ascenso en las fuerzas de sus vientos y la gran cantidad de vapor de agua indican que algo anormal está ocurriendo en el planeta Tierra.
Ahora, en la pasada semana, el océano Atlántico vio formarse a la tormenta Irma, la cual, al igual que Harvey, pasó rápidamente desde tormenta tropical a huracán categoría 3, y luego subió a categorías 4 y 5, alcanzando vientos máximos sostenidos de 298 kilómetros por hora, ráfagas de vientos de hasta 350 kilómetros por hora y un campo nuboso de casi 800 kilómetros de diámetro, siendo catalogado por el Centro Nacional de Huracanes de Miami como “un huracán potencialmente catastrófico”, el cual destruyó el 90% de la infraestructura de la pequeña isla de Barbuda, en el norte del Caribe insular menor, y pasó casi tangencialmente a la costa norte de la isla de Puerto Rico, dejando daños menores en Puerto Rico pero que pudieron ser daños catastróficos de no haberse producido una ligera inclinación hacia el lado norte luego de tocar las pequeñas islas de Antigua y Barbuda, San Bartolomé y San Maarten.
Afortunadamente la ligera inclinación del huracán Irma motivó que al llegar a la Rep. Dominicana pasara un poco más al norte de lo previamente proyectado y se moviera a unos 125 kilómetros al norte de las costas de Puerto Plata, por lo que en la costa norte dominicana sólo se sintieron vientos de tormenta tropical, inferiores a los 115 kilómetros por hora, lluvias en la mayor parte del territorio dominicano, y marejadas anormales en la línea costera desde Cabo Engaño hasta Monte Cristi, y aunque algunas personas se han quejado de los organismos de socorro argumentando que hicieron mucho énfasis en las alertas tempranas, es evidente que en esta ocasión las autoridades se manejaron con mayor nivel de eficiencia, quizás por la coordinación directa del Presidente de la República, Danilo Medina, porque es mejor alertar mucho y que no pase nada, a no alertar nada y que pase un desastre, pues el manejo de las autoridades durante los huracanes David (1979) y Georges (1998), y durante las tormentas Frederick (1979), Jeanne (2004), Noel (2007) y Olga (2007) fue simplemente decepcionante, al extremo de que en algunas de esas tormentas las autoridades nunca alertaron a la población y por eso se produjeron grandes desastres que costaron muchas vidas.
El pueblo dominicano no olvida la dolorosa experiencia del 11 de diciembre de 2007 cuando llegaba la tormenta Olga y las autoridades contradijeron y desoyeron nuestras advertencias hechas durante 10 horas anticipadas a través de la emisora Zeta 101, y justo a la media noche, tal y como habíamos pronosticado en la Zeta 101, llovió torrencialmente, entró una crecida pico, abrieron las 6 compuertas de Tavera, cuyo nivel de agua estaba en cota 327.50 metros sobre el nivel del mar, inundaron a Santiago, y provocaron la muerte de unas 300 personas, en un acto de negligencia profesional y administrativa que en otro país hubiese costado largos años de prisión.
Sin embargo, los múltiples tropiezos con huracanes y tormentas han hecho que nuestras autoridades aprendan a levantar los pies, y en está ocasión se manejaron relativamente bien en comparación con los eventos anteriores, pues se montó un operativo para enfrentar lo peor del superhuracán Irma, aunque afortunadamente Irma se fue más al norte, dejando sólo un poco de viento y un poco de lluvias, pero advirtiéndonos que el cambio climático es una realidad que cada día está produciendo huracanes más intensos y más destructivos, por lo que debemos readecuar nuestras estructuras habitacionales, escolares y hospitalarias para que resistan cargas de vientos de hasta 350 kilómetros por hora, y prepárandonos para inundaciones fruto de precipitaciones de hasta 1,300 milímetros de lluvias por cada metro cuadrado en 3 a 5 días, por lo que las zapatas, pilares, tableros y aproches de los puentes, y los taludes de las carreteras, deben considerar estas variables adversas.
Los medios de comunicación jugaron un rol estelar en la entrega oportuna de la información meteorológica actualizada que esperaba la población, y gradecemos inmensamente la cortesía que tuvieron la emisora Zeta 101, dirigida por Bienvenido Rodríguez y Willy Rodríguez, con el apoyo de Álvaro Arvelo, Telenoticias 11, dirigido por Roberto Cavada, y Noticias SIN, dirigido por Fernando Hasbún, Alicia Ortega y Manuel Quiroz, quienes nos invitaron a sus transmisiones especiales de seguimiento al potencialmente catastrófico huracán Irma. Gracias a Dios que esta vez todo salió bien.