La Habana, Cuba. En la entrega anterior de esta columna expliqué las razones por las cuales llegué a Cuba y permanezco aquí. Por esas coincidencias de la vida, me ha tocado en esta visita momentos lastimosos como la pérdida de dos amigos, recién llegando a este hermano país, la muerte del dirigente histórico de la Revolución José Ramón Balaguer, quien ocupó diferentes funciones de Estado y del Partido, con el cual desarrollé una gran amistad; Balaguer ya pasaba los 90 años; la otra muerte fue la del profesor Pedro Sotolongo, quien trabajó durante ocho años, en el Gobierno de Danilo Medina, en el equipo técnico del Ministerio para Políticas de Integración Regional, el cual dirijo, en su calidad de docente, impartiendo la materia Teoría de la Complejidad, Soto tenía una edad que rondaba los 90 años también. Se ganó el cariño y respeto de los demás docentes y estudiantes.
De igual manera veníamos arrastrando, desde mediados de la pandemia del coronavirus, la pérdida de un gran amigo, Antonio Martínez, querido Tony, quien por más de 20 años estuvo dirigiendo el Hotel Nacional, fundado el 30 de diciembre de 1930 y declarado por la UNESCO como Monumento Nacional, Memoria del Mundo.
Llegar a este hotel y no encontrar a Tony nos genera una gran nostalgia, pero en honor a su memoria, a su gran amistad, seguimos llegando a este buque insignia de la oferta hotelera cubana. Afortunadamente, en la ausencia física del inolvidable Tony, hemos encontrado en la persona que lo relevó, Luis Miguel Díaz Sánchez, a un buen amigo, conocedor del sector turístico, quien venía de ejercer las funciones de viceministro de turismo. De él hemos recibido las mejores atenciones, amistad y afecto. Nuestro reconocimiento.
Para Balaguer, Sotolongo y Tony, vaya nuestra eterna gratitud, amistad y reconocimientos.
En estas circunstancias tengo la honrosa oportunidad de encontrarme en la conmemoración del 69 aniversario del asalto al Cuartel Moncada, hoy 26 de julio, fecha que marcó el inicio de las acciones frontales del pueblo cubano contra la dictadura sangrienta de Fulgencio Batista. La Revolución cubana conmemora esta fecha en la provincia de Benny Morel, Cien Fuegos. Ese día de 1953 un grupo de jóvenes revolucionarios, que formaban parte de la llamada Generación del Centenario del natalicio de José Martí, intentaron tomar por las armas dos importantes fortalezas militares de la antigua provincia de Oriente, y con las armas que se ocuparían llamar al pueblo a un levantamiento general contra el régimen. La acción estaba encabezada por un joven abogado llamado Fidel Castro Ruz.
Militarmente la acción no alcanzó el objetivo central, desatándose de inmediato una ola de asesinatos, de prisioneros y terror contra la población. La orden emitida por Batista fue que se asesinara a diez prisioneros por cada soldado caído en la acción. Más de 80 jóvenes pagaron con su vida el amor a la Patria, la defensa de los derechos del pueblo y el homenaje al Apóstol “en gesto de magnífico desagravio”, según definición del propio Fidel, en su alegato de defensa por la causa del Moncada.
El plan inicial consistía en facilitar al pueblo su incorporación a la lucha contra la dictadura: El asalto al Moncada era apenas la chispa que debía prender la llama de la revolución. Por eso en “La Historia me absolverá”, donde el propio Fidel ejerció su defensa por los hechos del 26 de julio de 1953, se definió lo que aquella juventud heroica entendía por pueblo: “Entendemos por pueblo, cuando se habla de lucha, a esa masa irredenta a la que todos ofrecen, y a la que todos engañan y traicionan; la que anhela una patria mejor y más digna y más justa; la que está movida por ansias ancestrales de justicia por haber padecido la injusticia y la burla generación tras generación; la que ansía grandes y sabias transformaciones en todos los órdenes y está dispuesta a dar para lograrlo, cuando crea en algo o en alguien, sobre todo cuando crea suficientemente en sí misma, hasta la última gota de sangre”.
El asalto al Moncada constituyó una derrota militar, pero una victoria simbólica y política. A partir de ese día, la masa irredenta del pueblo, a la que Fidel se refería, comprendió la enorme fuerza que llevaba en su seno y tuvo confianza en sí misma. También identificó la causa y los líderes por los que luchar hasta la última gota de sangre y las metas que debían alcanzarse, en primer lugar, la transformación radical del estado de opresión e injusticia que padecía, por generaciones, construyendo con sus propias manos una sociedad más justa y progresista. Eso y no otra cosa, es la Revolución cubana.
A 69 años de aquella epopeya de significado histórico mundial, recordamos que cada conmemoración ha sido momento de homenaje a los héroes y mártires del 26 de julio, de recuento de lo realizado y de continuidad del legado de Fidel. Con especial emoción recordamos las imágenes del millón de campesinos, antes desposeídos, ya dueños de sus tierras gracias a la Ley de Reforma Agraria, promulgada el 19 de mayo, que colmaron la hoy conocida como Plaza de la Revolución, en el primer 26 de julio en libertad, el de 1959, y también la presencia en ese misma plaza, en ocasiones similares, de grandes amigos de la Revolución cubana, como Salvador Allende, Juan Bosch, Hugo Chávez, Maurice Bishop, Michael Manley, Cheddi Jagan y los comandantes sandinistas, llegado a la concentración, apenas una semana después de haberse logrado la derrota de la sangrienta dictadura de Anastasio Somoza, en 1979.
Hoy Cuba, su revolución y su pueblo siguen adelante, combatiendo con las ideas y resistiendo a un bloqueo inhumano, brutal, terrorista e inmoral impuesto por los Estados Unidos de Norteamérica en contubernio con sus aliados, que se empeña en mantenerlo por más de 60 años, pese a las mayoritarias votaciones de los países en la Asamblea General de las Naciones Unidas, un espacio que los Estados Unidos y sus aliados manejan a sus caprichos, cuando les conviene invocan sus resoluciones y cuando no las desconocen, como son las más recientes votaciones de rechazo al bloqueo contra Cuba, en 2018 la ONU aprobó por 189 votos a favor frente a dos en contra, la resolución que pide el fin del embargo de Estados Unidos a Cuba. Sólo ellos y su aliado Israel votaron No. En 2019, con 187 votos a favor, tres en contra y dos abstenciones, la ONU aprobó la resolución que pide levantar el bloqueo económico de Estados Unidos contra Cuba; Estados Unidos e Israel votaron en contra, y se les sumó el Brasil de Bolsonaro. Las abstenciones fueron de Colombia y Ucrania. Por primera vez, Brasil y Colombia no apoyaron la resolución, rompiendo así la tradicional posición unánime latinoamericana y caribeña. Ninguno de estos dos países explicó su voto.
La resolución de rechazo al embargo a Cuba, en junio de 2021, obtuvo 184 votos a favor, dos en contra (Estados Unidos e Israel) y tres abstenciones (Colombia, Brasil y Ucrania).
Esto evidencia una vez más que los Estados Unidos y sus cómplices, no perdonan a este heroico pueblo haber prendido la llama de la libertad, la soberanía y que sigue adelante derrotando las campañas del enemigo de nuestro continente. Por esa esencia e importancia histórica y popular, en Cuba siempre será 26.