Algo anda “patas arriba” en la nutrición dominicana. Ocupamos lugares importantes en estadísticas de enfermedades relacionados con lo que ingerimos y más aún, con lo que ha sido procesado. Preocupantes las cifras de dominicanas afectadas de cáncer de mama, cáncer de útero o en algún punto de su sistema reproductivo. En hombres el cáncer de próstata, la alta presión arterial y el cáncer de colon compiten como la enfermedad que más mortalidad produce. Se utilizan pesticidas con efectos mortales sobre insectos y terribles sobre humanos. Armas de “destrucción masiva” de venta libre, en manos de personas movidas únicamente por el lucro, sin conocimiento válido de sus efectos letales, ni de su uso adecuado. Baste un estudio sobre enfermedades de residentes en zonas de cultivo intensivo. Muchos de esos venenos, producidos en USA, tienen prohibida su venta en su propio territorio, pero se pueden exportar para que sean otros los que se j…… Prohíben la importación de productos que tengan “trazas” de estos. El abuso de hormonas en la crianza de pollos está provocando una generación de niñas precoces y de varones con pechos y esto es solo en lo que se aprecia, sin tener en cuenta cómo les afectará en su vida de adultos. Pubertad a los 7-8 años, expresa un cambio radical en una generación, por razones no atribuibles al “cambio climático”. ¡Niñas fértiles antes de los 12! Estadísticas que se superan cada año, se burlan de la incapacidad de especialistas en ponerse de acuerdo. Se cree, con sobradas razones, que la industria cárnica y la láctea, unidas a la permisividad criolla, son responsables de una ingesta desproporcionada de hormonas utilizadas para el desarrollo vertiginoso de pollos, vacas y cerdos, y en el aumento en la producción de leche. En países que controlan los límites que los procesadores pueden inocular de estos productos “milagrosos” a sus animales, se estudia y monitorea oficialmente. Los intereses creados, en nuestro medio, hacen muy difícil que los productos para consumo local y venta al vecino del oeste, estén bajo verdadero control sanitario estatal, al margen del propio de la empresa procesadora. La nutrición del dominicano, el poder nutritivo de lo que ingiere, sus hábitos de consumo, producen que los “chichos” sean una verdadera epidemia, que ni “lo yin ajutao” han podido detener. El sobrepeso infantil, sobre todo en familias con “las tres, seguras”, constituye un particular problema al que se debe prestar especial atención. El sobrepeso acelera la pubertad cuando de niños se trata y en adultos dispara múltiples males. Los nutricionistas, endocrinólogos y pediatras se refieren al problema, pero son cautos al opinar y nunca lo hacen de manera concluyente, como tampoco lo han sido algunos “estudios” realizados al efecto, lo que demuestra preocupaciones en la comunicad médica y científica internacional. La nuestra, en luchas gremiales…

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