Luego de producirse el golpe de Estado en Honduras, en el año 2009, contra el presidente Manuel Zelaya Rosales (Mel), el gobierno del doctor Leonel Fernández lo recibió en nuestro país, junto a su familia, lo que nos permitió conocerlos en la intimidad y ver en esta familia valores éticos, morales y políticos. En los dos años que le tocó vivir en nuestra República Dominicana exhibieron un comportamiento correcto, sumamente prudente con la hospitalidad que se les había brindado.
Me tocó ser parte del grupo de funcionarios del gobierno de entonces que recibiera a Mel y su familia a su llegada por la Base Aérea de San Isidro, donde aterrizaba en el avión presidencial junto al presidente Leonel Fernández que había asistido a la toma de posesión del presidente electo Porfirio -Pepe- Lobo Sosa, en el año 2009. También tuve el honor de acompañarlos, por encomienda del presidente Fernández, de retorno a Tegucigalpa. Registro en mi memoria ese momento cuando todo un pueblo se lanzó a las calles a darle un cálido recibimiento a Mel Zelaya, a Xiomara Castro, hoy presidenta constitucional de Honduras y su familia. Desde ese momento emprendieron un camino tras la búsqueda del poder que le habían arrebatado, siempre dentro de un marco democrático, sin maniobras golpistas, construyeron una fuerza política con diferentes sectores, obreros, campesinos, movimientos sociales, profesionales, grupos económicos con sensibilidad social, conformando asì el Partido Libertad y Refundación (LIBRE), que en el tiempo postulara a Xiomara Castro como candidata a la presidencia logrando el triunfo electoral en el año 2021.
La presidenta Castro encontró un andamiaje mafioso en las estructuras del Estado que para enfrentarlo y desmontarlo hay que tener mucho valor, una firme decisión y tiempo. Esos grupos poderosos, civiles y militares, se resisten con uña y diente y no descansan en sus maniobras conspirativas contra este gobierno que surge de la verdadera voluntad popular. Y es evidente que cuentan con el patrocinio de los Estados Unidos de Norteamérica. De ahí los constantes pronunciamientos de la embajadora Laura Dogu, al margen del Derecho Internacional, en una clara y grosera injerencia que no es nada nuevo en Nuestra América pero no debemos acostumbrarnos a aceptar dicha injerencia.
El gobierno de Honduras tiene el derecho soberano de relacionarse con quien considere y establecer acuerdos y convenios con quien considere. Los Estados Unidos apelan ahora al expediente del narcotráfico y esto lo usan como arma política. Es lo que está sucediendo en este momento con el hermano del expresidente Mel Zelaya. Es un arma para justificar sus conspiraciones que ya son evidentes.
Cuando la presidenta Xiomara Castro establece la rotura del convenio de extradición con los Estados Unidos, no es para proteger narcos, es una forma de bloquearle al imperio este recurso que ha funcionado desde el año 1912, y muestra de eso es la extradición del expresidente de Honduras, Juan Orlando Hernández y otros. Pero ahora quieren utilizarlo como herramienta política como parte de sus maniobras conspirativas.
A la vista de esta ofensiva el sobrino del presidente Zelaya que se desempeñaba como Ministro de Defensa, renuncia de sus funciones para dedicar su tiempo a acompañar a su padre frente a esta embestida y no comprometer al gobierno, lo que le ha permitido a la presidenta Castro designar a una nueva ministra que ya había desempeñado la funciones como Ministra de Finanzas, ahora Ministra de Defensa.
Tal situación evidencia que los golpistas pretenden sacar las garras de nuevo en Honduras. En los últimos días, la presidenta Xiomara Castro ha tenido que actuar genialmente para detener una asonada con esa pretensión y que, de no ser por su oportuna reacción hubiera acabado en la tragedia que provocó el Golpe de Estado de 2009. Esos enemigos de la democracia no podrán interrumpir el proceso de refundación de Honduras que impulsa el gobierno del Partido Libre, porque ya ha sido visible su plan golpista.
Xiomara Castro es la líder de un proyecto político surgido de un pueblo que durante doce años y siete meses resistió en las calles tras el Golpe de Estado contra Mel Zelaya. Tratando de tener un control hegemónico, las fuerzas extranjeras y nacionales han torpedeado el gobierno de Castro, una mujer luchadora por las mejores causas del pueblo hondureño y de los pueblos del mundo, a quien 1,7 millones de hondureños le expresaron su voto de confianza en las urnas en el proceso electoral más concurrido de su historia.
Honduras y su pueblo con este gobierno del Partido Libre, avanza en un proceso de cambios que al parecer no gusta a la oligarquía enraizada que pretende frenarlo, apurada en el año que queda de gestión para maniobrar de acuerdo con sus intereses hacia las elecciones venideras. La presidenta Castro deberá continuar muy atenta, como ha estado. Tiene ahora la experiencia del pasado para intuir por dónde van sus enemigos, que no habrán de descansar. Por suerte, como en el 2009, Xiomara Castro y el Partido Libre tienen el respaldo de su pueblo, que, como se lo dice ella misma, insistentemente, tiene prohibido olvidar que son resistencia.