Hay que seguir hablando y escribiendo del tiempo… ¡del inexorable tiempo que no da tregua! Cuando el tiempo ataca lo hace sin miramientos. No importa de quién se trate, ni de las circunstancias.
Porque el tiempo lo determina todo. El tiempo no miente. El tiempo pasa con penas y gloria, pero también es el más claro testigo de la historia.
El ser humano, sin importar su estatus social, económico o político, recibe -en todas las instancias- , sus “inclemencias”.
Aunque sea manida la frase: “Las inclemencias del tiempo”, y que los meteorólogos utilizan con criterio científico cuando se refieren a los problemas de temperaturas, marcan la realidad de la vida humana.
Los científicos, especialmente los doctos de la medicina, analizan el proceso biológico del hombre (vale precisar, del ser humano, hombre o mujer), al exponer: El hombre nace, crece, se desarrolla y muere. ¡Es la ley de la vida!
Partiendo de las perspectivas -y, lógicamente tomando el tiempo como termómetro-, traemos a colación la cruda realidad política-electoral que vive República Dominicana. Se viven momentos de “turbulencias políticas”.
Se contabilizan unos 33 aspirantes a la Presidencia del país. De esa cantidad Hipólito Mejía, del Partido Revolucionario Moderno (PRM), es el más veterano…y el de más edad.
Mejía, quien gobernó la nación en el período 2000-2004, tira su último cartucho. Al regresar como aspirante a la jefatura del Estado, a Mejía no le importa la realidad del tempo. Si logra ganar la convención del PRM y derrota a Luis Abinader -algo que parece muy difícil-, el atípico dirigente político iría a la consulta electoral de 2020 con 80 años y unos meses. Se convertiría en el candidato más longevo en unas elecciones presidenciales. ¿O no?
Creo que el politólogo más conservador, que los hay por estos predios quisqueyanos, al enfocar la actitud electoral de Mejía, y observa lo que dicen las encuestas, dirigía que las posibilidades de volver al poder del exmandatario son “remotas”.
Me inscribo en la lista de quienes consideran que Mejía, a menos que se produzca un “fenómeno singular”, no tiene reales posibilidades de volver al Palacio Nacional.
Hay dos poderosas razones que lo impiden: 1) El tiempo, del que hablo en las primeras líneas de este artículo.
2) Los números no le dan para ganarle la convención a Luis Abinader.
Hipólito lanza su último cartucho… ¡pero un cartucho con poca pólvora!