El soldado que es enviado a una guerra, quien se enfrenta a los más grandes peligros, donde de manera permanente tiene que esquivar la muerte, queda con unas secuelas y unos daños a nivel psicológico irreversibles. En las sociedades desarrolladas, estos sobrevivientes, a partir de esta experiencia traumática, imborrable, son retirados de las filas y sobre todo tratados psicológica y psiquiátricamente tan pronto regresan, con un seguimiento longitudinal, así como también son aseguradas sus finanzas aún después de haber fallecido, con lo cual esta parte queda cubierta para su familia.
Los eventos registrados en la vida de las personas marcan a estas, como hemos reiterado, desde su nacimiento, qué no serán los catastróficos, como tsunamis, terremotos, huracanes que arrasan con pueblos, incendios, entre otros. Sin embargo, a estos, las entidades de salud nunca han dado la importancia necesaria al cuidado y prevención de la salud mental, ni dan seguimiento y tratamiento a lo que dejan a las familias, las cuales muchas veces quedan completamente deterioradas por la pérdida de uno o varios de sus miembros, y qué no será de los que sobreviven con amputaciones y trastornos mentales que los imposibilitan para llevar su cotidianidad.
Tenemos una realidad a enfrentar entre todos, y es la dejada por una llamada crisis sanitaria, en la cual fueron tomadas medidas tan dañinas para la psiquis del ser humano, y hasta los animales domésticos la han sufrido, como encierros, a través de los cuales se prohibía interactuar con nadie, alejándose de familiares cercanos, amigos y todo aquello que da verdaderamente vida y salud, acompañada de la frase “quédate en casa”; un cliché que era “distanciamiento social”, cuando hasta el más ignorante sabe que el ser humano es cien por ciento hecho para vivir en comunidad, al punto de usar también la palabra “vector”, de manera tan parecida como al mosquito del dengue, ¿qué les parece?; claro está, el cubrir el rostro con una mascarilla, hasta dentro de los hogares, la cual evitó (aún al día de hoy hay personas que creen la necesitan para siempre) la expresión más esencial de recibir y dar que es la sonrisa. En cuanto a los niños, no hay palabras con qué expresar lo que significó para su desarrollo en su vida presente y futura. Incluso, son mucho los que están en tratamiento por trastornos severos en la interacción con los demás.
Nuestros hospitales y clínicas privadas están abarrotadas por personas llenas de temor a enfermar, buscando estudios profundos para los síntomas aún más leves, y un aumento descomunal de pacientes con enfermedades psicosomáticas.