La vida nos cambia de un segundo a otro y la mayoría de las veces no logramos entender esto. Nos rebelamos, incluso llegamos a la irreverencia de protestarle a Dios, recriminando ¿por qué a mí?
Cuando Fernandito Rainieri toma la Autovía del Coral no soñó en que tendría un accidente y mucho menos que este terminaría costándole la vida. Se fue de este mundo con la rapidez con la que lo abandonó su padre, nuestro siempre querido Colorao.
Siempre he pensado que todo tiene un sentido en la vida, alguna que otra vez me he preguntado por qué sufrí de polio. Estaba en el colegio rodeado de compañeros, jugábamos mis hermanos, primos, amigos del barrio y fui el único afectado por la poliomielitis.
La respuesta me la han dado los años y los miles que gracias a mi enfermedad han logrado encontrar ser rehabilitados y devueltos a la vida activa. Los años también darán respuesta a esta tragedia.
Hoy lloramos y la razón de que Fernandito dejara a una joven esposa viuda y a sus pequeños hijos sin padre nos será difícil encontrarla. Somos muchos los que en múltiples oportunidades protestamos ante la partida de un bueno y los muchos años que debemos convivir con los que no creen en valores, que son ejemplo de todo lo que está en contra de las mejores reglas de convivencia.
Fernandito, un esposo y padre ejemplar, no sólo un empresario exitoso, porque muchas veces medimos el éxito por el dinero y si fuera por eso entonces había que catalogar a los chantajistas, mafiosos, ladrones y corruptos con las arcas llenas de dinero como exitosos.
La medida del éxito es el bien que se hace en esta vida y no es necesario vivir muchos años para hacer el bien como tampoco lo es para hacer el mal y él supo aprovechar los años para dejar una impronta de bien.
Fernandito era crítico de todo lo incorrecto. Frank y yo, cuando nos dábamos un abrazo, afectados ambos, nos dijimos “se nos fue un jodón”. Ambos asumimos la responsabilidad de asumir sus protestas.
¿Por qué protestaba? Con ese carácter jovial, que todos apreciamos y que era una marca de fábrica, no dejaba de señalar las cosas que tan mal van en nuestro país, cómo se falta el respeto a la autoridad y cómo la autoridad no respeta las leyes. Me decía un día que nos encontramos: “Hemos llegado a creer que lo bueno es malo y lo malo es bueno”.
Sus empresas las llevaba no sólo con eficiencia, donde fue reconocido por la franquicia Wendy’s en varias oportunidades, era un amigo de sus colaboradores y nunca estuvo ajeno a los problemas de quienes le rodeaban, sin necesidad de hacer alardes de lo que hacía.
Hay dos tipos de funerales: el que se va a cumplir con los deudos por necesidad, por negocio o por el fallecido haber tenido alguna importancia que las personas entienden deben presentar sus respetos. En estos, lejos de estar cerca del dolor de los familiares, el funeral se convierte en un acto social.
El otro tipo es el que asistimos con el corazón oprimido, donde reina el llanto reprimido y el silencio en oración. Así fue la despedida de Fernandito, todos estábamos sobrecogidos, al terminar las palabras de los familiares que destacaron sus virtudes, dar despedida final, el cielo derramó un tremendo aguacero que obligó a los presentes a refugiarse en las tres carpas donde apenas cabíamos.
No se oía una conversación, no había los clásicos murmullos, todo era recogimiento, dolor. En el campo dicen que cuando llueve en un funeral es porque quien muere es bueno, pero esto no era lluvia, era un temporal que parecía ser sólo en el área del camposanto. Yo pensaba ¿sería que en el cielo lloraban de alegría por recibir a un bueno o de arrepentimiento por no haberlo dejado más tiempo junto con su familia, con su madre Pilar, su esposa Yinet, sus hijos Fernando y Lucas, su hermano Jovany, todos los tíos y primos para quien él era ejemplo de ciudadano y transmisor de alegría?
Recordamos siempre tus fotos con tu familia. Como decía Haydée, tus fotos siempre comiendo, o esas que veíamos en tu cuenta de Facebook, donde nunca olvidabas a tu padre, con tu familia y otras con tus colaboradores que fueron también parte de tu familia. Tu vida fue corta pero plena y todo el que tuvo la dicha de conocerte y apreciarte sólo le queda decirte ¡hasta luego Fernandito!