La semana pasada quedó al descubierto, una vez más, el irrespeto a la vida que el régimen dictatorial de izquierda de Nicolás Maduro ha sometido a una población que no soporta más.
En un hecho de desesperación, el militar Oscar Pérez, cansado de asesinatos, hambre, insalubridad, había representado la protesta desde los organismos militares. Estaba siendo perseguido desde hace tiempo y la semana pasada se dio con su paradero y todo indica que fue fusilado.
No hace muchos años, otro militar llamado Hugo Chávez se alzó en armas contra un gobierno que entendía no respondía a las necesidades de los venezolanos más pobres. La diferencia fue que a Chávez se le respetó la vida, duró poco tiempo en la cárcel y pronto pasó a dirigir la otrora rica nación suramericana.
Los crímenes no importan si son perpetuados por la derecha o por la izquierda, son siempre un hecho deleznable contra la vida y el respeto a los derechos humanos. Desgraciadamente, cuando lo hace la derecha encuentra miles de críticos; sin embargo, cuando asesina la izquierda, siempre se encuentra una razón para justificar el crimen.
El gobierno de Maduro controla todos los poderes del Estado y los que no controla, los viola. Recordemos que en las elecciones a gobernadores jugó con la constitución y las celebró sólo cuando estaba seguro que el poder electoral que dirige, le aseguraba el control de las gobernaciones.
Ha jugado con una oposición que no ha sabido mantenerse unida, celebrando diálogos que sólo le logran más tiempo, para asegurarse que en una pantomima de elecciones, le aseguren retener el poder.
El hambre es de tal magnitud que cuando en alguna casa sobra comida la tiran a la basura en fundas plásticas para que otros puedan comer. Las medicinas son tan escasas que las muertes han aumentado, ya no sólo fruto de la inseguridad sino por la incapacidad de proveer servicios médicos básicos.
La oposición ha decidido no retornar al diálogo, lo que debieron hacer hace mucho tiempo, ya que es otro teatro del régimen para tratar de convencer de su supuesto apego a normas democráticas, que sin duda ni conocen ni respetan.
¿Podrá ser Oscar Pérez ser la mecha que necesitan los venezolanos para levantarse en contra del régimen que ha destruido la riqueza del país latinoamericano que tiene tantos recursos? Oscar Pérez aparenta que fue fusilado por su oposición constante al régimen. No se permitió ni a sus familiares asistir al cementerio. ¿Eso es democracia?
Los venezolanos han tenido que migrar escapando del hambre, de la inseguridad. Las empresas cierran a diario frente a la enorme inflación que se come sus recursos o a las imposiciones que las obliga a vender por debajo de los costos de producción. La inflación se come los salarios y la escasez de alimentos es tan grave que la población, ricos o pobres no ingiere la cantidad mínima de calorías necesarias para mantener la salud.
La producción de petróleo, su mayor fuente de ingresos, ha caído 350,000 barriles diarios y la forma de contrarrestar eso es arrestando a ejecutivos de la petrolera, porque todo en el régimen se reduce a buscar excusas en otros y no en la misma incapacidad del presidente y su corte de bufones.
La solución a todo es represión y a pesar de que muchos entienden que la crisis continuará deteriorando al régimen, la incapacidad de la oposición de unificarse le permite mantener los controles basados en la fuerza y asesinatos como el de Oscar Pérez.
Todo el talento de una población educada ha migrado, el daño a las próximas generaciones es inmenso, aún cuando hubiese un cambio de régimen en el corto plazo.
¿Podrá ser la solución que mediante el apoyo internacional se celebren elecciones limpias, que permitan un cambio de escenario? ¿Será necesario un enfrentamiento armado que traiga como consecuencia muertes de miles? Ya veremos cómo se desarrolla la tragedia de esta querida nación.