Los medios de comunicación del país traen esta semana la gran noticia de que se están cumpliendo cien años de la llegada de los misioneros evangélicos al país, la mayoría de los cuales eran norteamericanos.
Su principal actividad fue reclutar a niños y adolescentes para adoctrinarlos en las creencias cristianas que predicó nuestro Señor Jesucristo, desde su nacimiento en el portal de Belén tal como lo hacía nuestra Santa Madre Iglesia Católica, pero inculcándonos la interpretación que ellos predicaban también el mensaje de nuestro Señor Jesucristo, pero como sus prédicas difieren sensiblemente a lo que promovían los miembros de la Iglesia católica se les llamó “protestantes”, como una manera despectiva a lo que ofrecían los católicos, a lo que masivamente se integró la mayor parte de los países latinoamericanos.
Recuerdo que apenas contaba con unos 6 años, fui de los niños que se integró al catecismo de los evangélicos, como cariñosamente se les llamaba a los nuevos misioneros de las iglesias protestantes, y no se me ha olvidado que una señora americana, algo avanzada en edad, de nombre Miss Sor Felicia, era la encargada de ofrecernos las clases de catecismo y como yo era de los más aplicados, recuerdo que en un bonito formato de cartón nos ofrecían premios a los que más rápidamente aprendíamos las clases de catecismo, pero como había nacido en una familia cristiana católica, mis padres me enviaron al Asilo Sagrado Corazón de Jesús, bajo la dirección de los Hermanos del Cardenal Sancha, donde mi madre, junto a sus hermanos, habían ingresado a la muerte de sus padres y parece ser que por mi comportamiento y asimilación de los contenidos del catecismo, la directora, una Santa Mujer, hija también de mi querido Salcedo, de nombre Sor Antonia Dervers, me puso el ojo y comenzó a orientarme para que abrazara la carrera sacerdotal, lo que me llevó a ingresar en 1949 al Seminario Católico Santo Tomás de Aquino de la ciudad capital, donde cursé alrededor de 4 años, cuyo tránsito ha sido la fuente principal para mi comportamiento ético, moral y el inicio de mi preparación cultural e intelectual.
En 1952 salí por mi propia voluntad del seminario y al poco tiempo ingresé al Sistema Educativo Dominicano, en el que ocupé todos los cargos administrativos y académicos, desde maestro hasta ser titular de la Secretaría de Estado de Educación.
Una de las asignaturas que se me asignó fue la de “Religión y Moral Católico” que fue fruto del contrato firmado por Trujillo en 1954 con el Vaticano.
Esta asignatura sólo debían recibirla los estudiantes católicos, pero aquellos que pertenecían a familias “protestantes” como despectivamente se les llamaba, no estaban obligados a recibirla y se les asignaba la preparación de un trabajo especial sobre la misma.
Sin embargo, la mayoría de estos estudiantes no ofrecieron ninguna objeción para recibirla conmigo. Porque me consideraban un libre pensador y respetuoso de los derechos de los demás.
Me fue de mucha satisfacción cuando escuché en el cotizado programa ¨Esta noche Mariasela ¨, y se entrevistaba al extraordinario médico Dr. José Joaquín Puello Herrera, cuando se trataba el tema sobre la educación a distancia, quien a una pregunta que le hiciera manifestó: “Que él no asistió a ningún colegio, sino que su formación la hizo en las escuelas públicas de San Juan de la Maguana, de donde es oriundo, Baní y Salcedo, donde su padre fue miembro del Sistema Judicial, designado como procurador fiscal, donde tuve el honor de ser su maestro en el tercer curso de bachillerato y quien me trata con elevado respeto y admiración cuando tengo la oportunidad de juntarme con él, y su esposa ha estudiado en la Universidad UTE, que fundé hace 30 años, en la carrera de diseño y decoración.
Debo destacar que participaba con todo respeto en reuniones y actividades programadas por los dirigentes de las iglesias evangélicas, entre las cuales figuraban el pastor Núñez, esposo de nuestra recordada profesora de Inglés, Miss Helen, y otros amigos que se habían convertido, como Julio Jiménez, reconocido ebanista de alta categoría y Manuel Nin, que se había destacado como un valiente Salcense, que ahora ofrecía una gran mansedumbre.
Recuerdo anotar que para enfrentar la Reforma Protestante iniciada por el fraile Martín Lutero, la Iglesia católica hizo uso de la Compañía de Jesús, creada por el valiente sacerdote San Ignacio de Loyola, cuya compañía está integrada por inteligentes sacerdotes, entre los cuales se encuentra el papa Francisco, quien actualmente preside nuestra Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, con mucho éxito.