Acaba de morir un escritor, novelista y ensayista de impecable prosa y artesano riguroso de su oficio. Nos referimos a Mario Vargas Llosa (1936-2025, Perú): un escritor e intelectual polémico en el plano político-ideológico que muchas veces estuvo en el centro del debate y la controversia por, equivocado o no, decir, escribir y expresar lo que pensaba. De escritor progresista devino en conservador-liberal; pero más trascendente, postura pública intransigente en defensa de la libertad de prensa y de opinión que siempre valoramos aunque repeliéramos de alguna ofensa gratuita -“Los parias del Caribe” (obviando, al menos en sus declaraciones públicas, la invisibilidad étnica-social-estatal de indígenas y afrodescendientes en su país -quizá o sin quizá, “racismo” histórico-estructural-), por citar un ejemplo. Sin embargo, y honor a su indiscutible calidad de escritor, novelista y ensayista excepcional, hay que reconocer que nos legó novelas y ensayos magistrales que leímos con fruición y deleite, a pesar de toda diferencia y sabiendo que, el político y polemista -equivocado o no-, nunca estuvo a la altura del escritor, novelista y ensayista que fue y que sus libros hacen imperecedero.
Y quien escribe, puede decir que leyó casi todas sus novelas y algunos que otros ensayos suyos, al margen de diferencias, ofensa-país y su defensa, a rajatabla, de posturas políticas-ideológicas que abrazó; por demás, innecesarias en un hombre público de su renombre, obra y trayectoria. Pero, también, era su derecho: el de equivocarse o el de decir o pensar lo que quisiera o viera en ganas; aunque, en el caso de Jorge Luis Borges -a raíz de un comentario-entrevista que le hiciera al insuperable argentino (comentario referido a su modesto apartamento)- recibiera una dosis de humildad, o portazo irónico, venidas de un escritor, en mi opinión, superior -fantástico-filosófico-, a pesar de que nunca recibió el Nobel como el peruano-español.
No obstante, no vamos a hacer un festín de sus declaraciones, polémicas y posturas públicas -¡Dios nos libre!-, que mucho le ayudó a su fama, sino hagamos un reconocimiento al escritor, novelista y ensayista excepcional que fue, pues ahí están sus textos y aporte a la literatura latinoamericana y universal. Igual resaltemos su defensa intransigente a favor de las libertades públicas y libre pensar….
Compartamos, también, su rotunda decepción y descripción, sin igual, sobre los políticos latinoamericanos -su libro-testimonio: Un pez en el agua (una cartografía indispensable que explica el porqué del subdesarrollo sociopolítico-institucional que padecemos)-. Sin duda, Vargas Llosa, en ese libro-testimonio, sintetizó, como nadie, que no solo el colonialismo o el imperialismo nos jodió, sino también, el cacicazgo-dedazo político que aún respira y mantiene poder-vigencia en Latinoamérica.
Finalmente, nunca me gustaron sus posturas políticas reaccionarias -aunque el calificativo se lo endilgó a no pocos-; sin embargo, hay que reconocer, respetar y nunca olvidar que, más que todo, fue y seguirá siendo -y ahí están sus obras- uno de nuestro más trascendente escritor, intelectual, novelista y ensayista. Y también, polémico hombre público. Pero yo, me quedo con el escritor. Y punto-.
Ha muerto Mario Vargas Llosa: ¡Descanse en paz!