Los éxitos no enseñan. Cuando se enrolan juventud, fama y dinero, raras veces su embalaje es a prueba de esos descuidos que cuestan caro.
Fernando Tatis III, un talento de esos que no abundan en cada lustro, debe sentirse muy apenado en estos días en los que ha sido noticia por un suceso fuera del terreno. Caer en conclusiones derivadas de especulaciones sería injusto. Es una tarea complicada señalar con exactitud la razón de su problema en la muñeca izquierda. La génesis la sabe el paracorto dominicano y quizás San Diego, si se habló de corazón abierto al respecto.
Pero como no se trata de lo que usted pueda decir, sino de lo que pueda probar y, quiérase o no, la percepción pesa bastante, Fernando está compelido a dar un cambio en su estilo de vida.
Perderse tres o los meses que fuere no estaba en planes. Sencillo.
Es maravilloso ver a un joven de apenas 23 años enamorado de la naturaleza y de su país, como lo expresó en su visita a elCaribe y CDN antes de que se llegara a un acuerdo entre dueño y peloteros.
Su sencillez no está en dudas y respeto su apego a sentirse un alma libre en los paisajes que ha visitado en épocas recientes.
No obstante, todo eso cambia con un hecho: los 340 millones de dólares por 14 años que San Diego le dio a Tatis III en la pasada contienda para que sea la cara de la franquicia, lo cual es una gran responsabilidad que en lo inmediato transforma todo.
Su principal asignatura, su punto en agenda número uno es cada campaña con los Padres y luego van cayendo los demás en el espacio que sobre y si algunos no caben, pues se aplica lo que dice la conocida frase de arroparse hasta donde las sabanas alcancen, lo que sobra, afuera se queda.
Eso viene con el territorio y todo atleta que logra el contrato de su vida debe asimilarlo.
Tatis III tiene millones de razones para entender y una carrera que honrar con sus habilidades. Para eso hay que estar en el terreno. Cuenta a su favor con educación y formación de primera vía sus padres.
No hay mejor maestro que el error y la regla principal es evitar repetirlo.