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Joe Maddon, timonel con dos visitas a la Serie Mundial en su prontuario, incluida la corona con los Cubs de Chicago en 2016, fue despedido por los Angelinos de Los Ángeles, que hasta anoche estaban sumergidos en una desagradable cadena de 13 derrotas.
De ese total, 12 fueron bajo su mando.
En mis distintas cuentas de redes sociales he dejado saber que su estilo no es de mi agrado. Muchas de sus “genialidades” no las he comprendido, verbigracia la base por bolas con las almohadillas llenas a Corey Seager, de Texas, en esta misma contienda.
Dicho eso, Maddon fue víctima de un choque de filosofías y al final se impuso Perry Minasian y el departamento de analítica. Decir “analítica” en estos días es hablar de la saberrmetría, esas estadísticas de avanzada que, como todo en la vida, tienen luces y sombras.
Solo que llevan un buen tiempo con el poder en las Grandes Ligas.
¿Era justo despedir a Maddon? Siempre apelo a la frase de los negocios, que ni agradecen ni guardan rencor, son solo negocios.
¿Qué mejor momento para Minasian decirle al dueño Arturo Moreno que era hora de tener otra capitán de barco que el equipo en medio de una racha negativa bien pesada? ¿Cuál justificación ayudaba más a la solicitud que recordar el descenso del conjunto en la tabla de posiciones de la División Oeste y del propio comodín (wild card) del menor de los circuitos?
Los números no mienten.
En la cadena de mando, el gerente general es el jefe del personal que se uniforma y bien puede despachar directamente con el propietario o en su lugar con un ejecutivo que ostente el rango de presidente de operaciones de béisbol.
Maddon, de amplia cultura y conocedor del mundo vinícola, se une a Joe Girardi, cesanteado por Filadlefia, otra novena en desplome, hace poco.
¿Será Tony La Russa el próximo? En lo que llega la respuesta, los Medias Blancas no van acorde a lo pensando y proyectado.
El inmortal fue colocado ahí por el señor Jerry Reinsdorf, el mandamás de la franquicia del lado sur de Chicago.
Cuidado, que la vida se trata de resultados.
