En un año repleto de sucesos negativos, con el nefasto coronavirus al mando, el deporte no solo ha servido como elixir para librarse de las tantas cargas pesadas por el ritmo de vida. Muchos de sus representantes se han decidido a elevar sus respectivas voces en señales de protesta contra injusticias.
Se han dado cuenta que son más atletas y eso lo respaldo.
Es una buena señal que muchos famosos y millonarios se inclinen por esos que menos poseen, que en realidad suelen ser los más, pero no solo en cantidad, sino que también dominan en esos aspectos que mayormente tienen sabor a retama.
Los vimos diciendo presente con “las vidas negras importan (Black Lives Matter en inglés), el movimiento que condena los ataques raciales y la brutalidad policial.
Los hechos que les motivaron están ahí, especialmente la reciente barbaridad contra George Floyd, quien falleció tras soportar sobre su cuello la rodilla de un agente del orden en Minnesota durante siete u ocho miutos (hay discrepancias en los reportes), mientras otros compañeros del cuerpo del orden pensaban en ese momento en muchas teorías, una de ellas la de cómo se le entra al agua al coco, pero nunca les pasó por la cabeza que un ser humano perdería la vida.
Ver a figuras de los deportes, como LeBron James, Lewis Hamilton, Megan Rapinoe, Mike Trout, y Albert Pujols, entre muchos más, inyectar energías y calidad para una causa justa es algo que no tiene precio y su valor es incalculable.
LeBron no es segundo de nadie a la hora de alinearse por un tema social. En su caso, prestigia estas luchas. James, un grande del baloncesto, ha sido hasta ahora un ciudadano ejemplar, esposo y padre de luces y su compromiso con los que carecen de recursos es tan brillante como su carrera en la disciplina del aro y el balón.
En Grandes Ligas hemos visto a peloteros y personal de equipos protestando cívicamente. Lo han hecho en franca unión y con conciencia del mensaje que desean enviar por cada rincón.
Felicito este accionar. Es necesario para avanzar, no importa el ritmo, hacia un mundo más equitativo.
Hacer silencio ante lo injusto te hace cómplice.