Los Tigres del Licey tienen decisiones importantes que tomar. Que les falten meses, semanas, días, horas y segundos para adoptarlas es harina de otro costal. Lo que sí deben ejecutarse con todo el rigor que ameritan las selecciones de un gerente, su personal de operaciones, y su dirigente.
Por eso no veo mal que dicho proceso aún esté en pie, un poco largo como algunos entienden.
La escuadra lleva cuatro años sin una corona, una vez duró cinco sin celebrar un título, por ende una vez más se puede atisbar el fuego de sus seguidores por un festejo, especialmente si se ha asistido a varias finales con el resultado adverso en campañas recientes y si el gran rival, las Águilas Cibaeñas, ya le alcanzó en la poltrona de mando de la pelota otoño-invernal tras obtener el cetro 22.
Hay mucho en juego: una cita con la historia para que la sequía no se prolongue y evitar que las filas amarillas obtengan el derecho de blasonar por otra contienda más; elevar el orgullo azul a los niveles acostumbrados y, entre otros detalles, mantener el nivel competitivo por al menos un lustro.
Los grandes equipos, y Licey es uno, no planifican para clasificar. Todo lo que les rodea es para levantar el trofeo. Las victorias morales y los premios de consolación no encajan en la agenda. Es entendible que, sin necesidad de usar el dedo acusador, se busque un nuevo rumbo en el área encargada de estructurar una tropa que salga a ganar.
Por igual, no da señales de lógica alguna mantener el mismo guión o tutores de la misma escuela.
Saludo que se tomen su tiempo evaluando a las personas de béisbol que llevarán las riendas en las áreas de marras. No es una carrera de 100 metros. Son varios los kilómetros por recorrer y en uno de esos tramos entrará al escenario buscar las piezas necesarias.
Por ejemplo, los Tigres tienen muchos jugadores del cuadro, hombres que buscan la pared y pesados. No parece lo ideal si accionas mayormente en el Estadio Quisqueya, un parque para lanzadores. Hay que definir un receptor para el presente y el futuro, por igual más picheo zurdo, entre otros detalles.
Licey puede tener prisa, al igual que sus seguidores, pero que se vista despacio.