Al concepto de ganar le han buscado muchas vueltas, pero en los deportes profesionales siempre ocupará un lugar preponderante, ya que no es lo más importante, es lo único que importa.
Todos buscan el anillo. Y hasta donde tengo entendido a Clayton Kershaw le hace falta uno.
Su legado no está en juego. Que quede claro. Tiene un asiento en Cooperstown tras su retiro debido a dominio que incluye cinco títulos de promedio de carreras limpias y, entre otros logros, tres premios Cy Young, uno al Más Valioso, en fin, pocos estantes alcanzan en tamaño para estos trofeos.
Pero, el zurdo de Texas no ha sido el mismo en postemporada que en la serie regular.
Sería injusto decir que los Dodgers perdieron las Series Mundiales de 2017y 2018 por Clayton. De todas formas, su marca de 11-12 con un promedio de carreras limpias de 4.31 en los playoffs y la de 1-2 con 5.40 en el Clásico de Octubre le acompañan como una especie de sombra que da negativo por doquiera que se mire.
Kershaw, 175-76, un promedio de carreras limpias de 2.43 de por vida en serie regular, abrirá esta noche el primer compromiso para los Dodgers, que no ganan desde 1988, hace ya 32 años.
Recuerdo esa épica jornada de Kirk Gibson y su famoso palo ante Dennis Eckersley, uno de los puntos fuertes de un Oakland superior en el papel.
Para la ocasión, en los Estados Unidos gobernaba Ronald Wilson Reagan, quien al mes siguiente vio a su vicepresidente, George Herbert Walker Bush, ganar las elecciones para asumir el mando en la residencia ubicada en el 1600 de la Avenida Pennsylvania.
Aquí, Joaquín Antonio Balaguer Ricardo era el jefe de estado.
En ese mismo 1988, un 19 de marzo, nació Kershaw en Dallas. Su misión es la de contener a un equipo de Tampa que ha roto pronósticos. Los Rays les dan un palo a cualquiera. El jonrón ha sido su tarjeta de presentación en estos playoffs.
En 2018, Kershaw se fue con 0-2 y 7.36 en la Serie Mundial ante Boston. Es hora de borrar ese recuerdo nefasto y contribuir a terminar la sequía de los Dodgers y quitarse de encima esos fantasmas que le persiguen.