Fuese maravilloso poder retroceder el tiempo para pedirles a Ian Fleming y al no menos célebre Sir Arthur Conan Doyle que sus grandes personajes tuviesen un capítulo destinado a terminar, de una vez y por todas, con las famosas teorías de conspiración que últimamente se tejen en nuestra pelota invernal.
“Tal equipo regalará este juego para que aquel equipo no pase”. “Me huele a que pondrán su peor equipo”. “Eso es a propósito para desestabilizar”. Esas y muchas expresiones más las escuchamos muy a menudo, especialmente cuando se acerca la hora de pasar a la semifinal.
Pelota invernal llamando a Bond, James Bond. Venga, Sherlock Holmes, usted y el doctor Watson pueden desenredar estas supuestas confabulaciones.
No sabía que teníamos ese arte para la ciencia ficción, pero sí, y hasta pesa bastante escuchar ciertas barbaridades de personas vinculadas al negocio.
El fanático vive de las emociones. Todos, en un momento, lo hemos sido y sabemos que la racionalidad se va de vacaciones para Kuala Lumpur, por mencionar un lugar cercano, y vemos la situación con ira o éxtasis, ambos extremos divorciados del sano juicio.
Y, a fin de cuentas, se les entiende su condición de seguidores y lo ideal es ilustrarlos, no utilizar un arma tan poderosa como la pluma o un micrófono para arrojar más abono a una rama que bien podría crecer como los inolvidables frijoles mágicos (Leanne Guenther) solo que sin un final feliz.
Aquí se inicia desde cero, con 50 partidos para hacer sus respectivas diligencias y lograr la clasificación. Nadie debe conceder nada. Esto es pelota profesional, se juega para ganar y como toda empresa busca arrojar beneficios.
Lo demás, como por ejemplo planes siniestros para desestabilizar, orquestados con una frialdad que supera la del mismo Michael Corleone, cae en alas de camello.
¿Alguien tiene el número de 007?
Apunte esto
Al ver lo ocurrido en el Palco de Prensa solo me queda evocar a Alberto Cortez, “mitad de mi vida, con el se quedó”…Esa esquina del lado derecho, junto a lo aprendido, siempre estará conmigo.