Grandes Ligas debe hacer una especie de concilio para actualizar ciertas normas que, aunque no escritas, tienen vigencia, especialmente en unos equipos cuya sensibilidad se eleva por las nubes y, vaya coincidencia, suele pasar cuando están perdiendo.
¿Amenos los niños, verdad?
El mundo es como es, no como uno quiere que sea. Dicho eso, hay un público cansado de ciertos códigos de las Mayores. Es una población considerable que se debería tomar en cuenta.
Esas personas solo quieren ver a los muchachos jugar. Con sus exhibiciones al celebrar, los gestos y todo, pero que los dejen accionar. Más nada.
Mi recomendación es que coloquen sus oídos en esas manifestaciones para que no tengan que pagar por ello. Quien escribe estas líneas es “vieja escuela”, pero no ciego. Entiendo que el béisbol ha tenido sus reglas para dirimir todo en el terreno.
No obstante, muchos de esos procedimientos ya caen mal y restan alicientes al espectáculo.
La MLB necesita de más Fernando Tatis III, de más Ronald Acuña Jr., entre otros jugadores que encienden pasiones, despiertan interés, motivan al fanático y captan nuevos seguidores. Hay varios estelares, como Mike Trout, que se sientan a ver los resúmenes deportivos para disfrutar de lo que han hecho en determinados momentos.
Por cada defensor de las “reglas no escritas”, hay cientos y miles de opositores que, en ciertos casos, utilizan epítetos no publicables.
Eso está ahí. Quien no quiera ver el elefante en la sala, son sus problemas, pero que después no cante como amargado en etílico porque no hay remedio para sus males. Solo queda “llorar y llorar”.
El mundo cambió. No alejen más fanáticos. Eso de tener que disculparse por dar un jonrón, probablemente lo que más gusta y a la vez de lo más difícil de ejecutar y ni hablar si es con las bases llenas, está un poco fuerte, especialmente en un negocio que ha perdido brillo, que para muchos está aburrido.
Los conjuntos que hagan su diligencia y eviten caer por debajo. En el mismo orden, que suelten esa ñoñería a conveniencia.
Dejen que esos muchachos jueguen. Nada más.