Como a muchos dominicanos, me ha llamado poderosamente la atención la situación planteada en las últimas semanas en relación con un posible déficit de generación de energía eléctrica en el país. Sobre todo, porque algunos de los buenos amigos que tengo entre los generadores privados de electricidad hace un buen tiempo que vienen argumentado que la capacidad instalada es suficiente y hasta abundante, por ello no vieron con buenos ojos la licitación en marcha para promover la instalación de una nueva planta de generación.
Pero un dato que salió a la luz pública en estos días resulta el inicio de la explicación que estaba buscando. En esta misma semana se produjo la máxima demanda de energía del año y consistió en retiros del sistema por más de 3,100 MW. Ese no solo es el máximo en lo que va de año, sino que es el máximo histórico para el sistema eléctrico nacional interconectado. Para más dato, la demanda máxima en el sistema en el año 2020 fue de 2,521 MW y la demanda máxima del año 2019 fue de 2,385 MW, según los datos publicados por el organismo coordinador del SENI.

Es decir que, el tamaño de la demanda de energía eléctrica, medido por el mayor volumen de retiros de energía del sistema en un momento determinado, creció en 2021 en un 23 % si se compara con el año 2020, y un 30 % comparado con el año 2019.
Este es un hecho sin precedentes en el sistema eléctrico dominicano y que, aun sin haber hecho una consulta muy extensa, me atrevo a decir que debe tener pocos antecedentes a nivel mundial.

Este crecimiento tan espectacular de la demanda de energía eléctrica que está sucediendo en este año 2021 es el resultado de dos muy buenas noticias. En primer lugar, la fuerte recuperación de la economía dominicana tras los efectos de la pandemia de COVID-19 que ha sido comprobada por los datos del Banco Central que indican que, entre enero y julio de 2021, el crecimiento de la actividad económica fue del 13.1 % respecto al mismo periodo de 2020 y del 3.5 % respecto de enero-julio 2019. Sin lugar a duda, el crecimiento de la actividad económica explica en una parte importante el aumento en la demanda de energía, uno de los principales factores de producción.

Pero, además, es conocido que las empresas distribuidoras de electricidad están haciendo un enorme esfuerzo por mejorar la calidad del servicio, iniciando por el aspecto fundamental que es la continuidad del suministro. Los datos publicados por la CDEEE muestran que el nivel de disponibilidad del servicio es superior al 98 %. En palabras más llanas, las distribuidoras ya no recurren a los odiosos apagones para controlar su déficit financiero. Con esta oferta, sin restricciones del servicio, naturalmente se manifiesta la demanda real de energía y por tanto la verdadera necesidad del sistema para abastecerla.

Pero todavía hay algo que explicar porque, de acuerdo con los reportes del organismo coordinador, la capacidad instalada de generación en el SENI ya supera los 5,000 MW. Ese tamaño del parque de generación parece más que suficiente para abastecer una demanda que alcanzó su máximo en los 3,100 MW mencionados. Por supuesto, la historia no termina allí.

Cuando se analizan los reportes de la programación semanal que publica el organismo coordinador, se encuentra que, por ejemplo, en las programaciones de septiembre 2021 se identifican cuatro centrales existentes que no están disponibles desde hace varios meses y que sumadas acumulan 330 MW. Es decir, que esa “capacidad instalada”, en realidad hay que descontarla. Pero, asimismo, mientras que la capacidad instalada de todas las centrales hidroeléctricas suma 623 MW, su disponibilidad promedio durante la semana del 18 al 24 de septiembre fue de 144 MW. Es decir que, por razones válidas relacionadas a las posibilidades reales de generación de estas centrales, hay otros 479 MW instalados, pero no disponibles. Y, finalmente, entre los parques de generación en base a fuentes renovables, hay una regla que se cumple casi siempre. La disponibilidad de los parques eólicos es del orden del 35 % de su capacidad instalada. Por ello, de los 370 MW eólicos instalados, solo se puede contar con 130 MW. Por su parte, la disponibilidad típica de los parques solares es de un 20 % de la capacidad instalada. Así es que, los 337 MW instalados, solo aportan alrededor de 67 MW.

Sumando y restando, resulta que los más de 5,000 MW de capacidad actualmente instalada en el sistema, se traducen como máximo en 3,750 MW de generación, con todas las demás plantas disponibles al 100 %, algo que es técnicamente imposible.
Cuando se considera de forma realista que, como es normal y recurrente en todo sistema, hay siempre algunas plantas que están fuera de línea por mantenimiento o generando con capacidad reducida por problemas técnicos se tiene que la capacidad de generación disponible en el SENI para efectivamente abastecer a la demanda es de no más de 3,300 MW. Es decir, apenas superior a los volúmenes de retiros que se están registrando por estos días.

En muchos programas de televisión advertí que agregar 750 MW era una importante suma a la generación del país, pero nunca la solución del problema estructural del sector eléctrico. Más aún, advertí que antes del 2018 se debió haber iniciado otra licitación de energía porque de lo contrario el país se enfrentaría a una demanda insatisfecha consecuencia de la falta de oferta.

Como aquel importante programa de televisión “Sea Usted el Jurado”, la culpa de esa imprevisión en la oferta no se le puede achacar el presente gobierno.

En resumen, como suele pasar, el futuro nos alcanza antes de lo previsto. El crecimiento en la demanda de energía en el país es un muy buen síntoma de fenómenos positivos y duraderos. La economía dominicana, por suerte y por buenas decisiones, no va a detenerse. La ciudadanía ya no acepta volver a los apagones y las autoridades ya han captado el mensaje. Por lo tanto, el desafío está en expandir rápida y eficientemente el parque de generación. No solo el instalado, sino el disponible. De ninguna manera podemos aceptar que la falta de generación de energía sea el freno para la economía dominicana ni un condicionante de la calidad de vida de los dominicanos.

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