Es un hecho muy lamentable el accidente ocurrido esta semana en la autopista 6 de Noviembre, en el cual fallecieron más de 10 personas y resultaron heridas 17.
A propósito de ese accidente, desde hace años vengo pregonando por una mayor supervisión y revisión de los vehículos pesados que transitan por autopistas y carreteras del territorio nacional, para evitar sucesos fatales como ese.
Pero nuestra voz se ha esfumado junto con los más de 2,900 muertos en más de 300,000 accidentes de tránsito ocurridos el año pasado en el país.
Aunque parezca increíble, República Dominicana, con apenas una extensión de 48,422 kilómetros cuadrados y 10.7 millones de habitantes, es el país en el mundo con mayor tasa de mortalidad por lesiones causadas en accidentes de tránsito, de acuerdo con World of Statistics.
En el país hay un promedio de 65 víctimas en accidentes de tránsito por cada 100,000 habitantes. Para alcanzar ese liderazgo lastimoso, ha habido falta de responsabilidad de las autoridades, de conductores y de empresas propietarias de vehículos. Por la irresponsabilidad de un camionero, recientemente mi familia y yo estuvimos a punto de tener un accidente mayor en la Autovía del Este, cuando un vehículo que iba delante del nuestro lanzó del pavimento un pedazo de goma que golpeó el guardalodo derecho delantero de mi automóvil.
Gracias a Dios que ese objeto no chocó en el vidrio delantero ni se enredó en una goma, y pude mantener el control. Solo provocó daños menores en el guardalodo impactado.
Los dueños y responsables de vehículos deberían dar el mantenimiento requerido por sus unidades, incluido el cambio a tiempo de las gomas, que se desgarran en carreteras y autopistas, y de los frenos, al parecer, causante del accidente fatal de la 6 de Noviembre.
Por su lado, las autoridades deben hacer cumplir la Ley de Tránsito Terrestre con la supervisión adecuada de los vehículos pesados y la penalización por el incumplimiento de las normas establecidas en esa legislación.
Y, sobre todo, aplicar las sanciones civiles y penales correspondientes a los conductores y dueños de esos vehículos cuando provocan accidentes en los cuales haya víctimas fatales, como debe hacerse con los responsables del de la 6 de Noviembre. Generalmente, “las consecuencias” solo se quedan en los conductores.
Es hora ya de frenar el derramamiento de sangre en nuestras vías terrestres, lo cual puede hasta afectar al turismo porque en muchos accidentes de tránsito han muerto extranjeros. l