Veinte fuentes sin una gota de agua (la Primada carece de abolengo). Un Montesinos congelado en bronce (la Primada es un desorden de héroes en lugares insólitos). Un Malecón que acepta cualquier marca de ron (para pisar despacio las hojas del verano). Una avenida huérfana de sombras (la tribu se ha hecho inevitable). Una astucia citadina que se reproduce en un motor sin muffler (esta es una brutal aldea recrecida). Cinco puentes que unen de polo a polo la miseria y miles de sospechosos escondidos tras los cristales ahumados de un carro exonerado. En resumen, si uno no la quisiera tanto Santo Domingo sería una porquería.