Se nos fue para siempre Francisco, el primer papa latinoamericano y nos deja un buen paquete de herencias: su permanente preocupación por los pobres (y no precisamente pobres de espíritu, sino de la injusticia social); su franca apertura a todo el mundo (sin discriminar países ni sistemas políticos y sociales); su apego a los valores culturales de su procedencia (sin trocar el tango por los aburridos ritos musicales vaticanos); su intransigencia ante los abusos de las grandes potencias y su fidelidad sonriente a las mejores esperanzas del gran pueblo humano. Por todo eso y más Jorge Mario Bergoglio se ha ganado, feliz, la muy merecida paz eterna.

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