No ha cambiado para nada desde los años en que la conocí junto a Carmen Imbert Brugal, siendo ambas ayudantes de aquel fiscal excepcional llamado Julio Ibarra Ríos. Esta hija de las lomas de Salcedo sigue siendo la misma: no transige con nadie en la aplicación de lo que dictan las leyes para castigar a los malos; aborrece a los corruptos, de los que nunca ha aceptado ningún favor; no negocia su ejercicio por ninguna conveniencia política, y siempre, no sólo ahora, ha hecho valer la independencia del Poder Judicial… (En fin, Miriam Germán Brito bien merece encabezar ese Ministerio de Justicia que posiblemente invente Abinader).