“En todo el mundo, los Gobiernos se están dando cuenta del hecho de que los incentivos económicos provocan la dependencia económica y la dominación, no la asociación”. Esto no lo expresa ninguno de los actuales gobernantes progresistas latinoamericanos; ni fue proclamada en el triste período de las cañoneras de Woodrow Wilson; ni en la brutal era de la diplomacia del dólar de Theodore Roosevelt; ni durante la eufemística Alianza para el Progreso (de Estados Unidos) de Kennedy. No…Lo dice la Casa Blanca, que (¡Oh, paradojas de la historia!) hoy trata afanosamente de romper la dependencia económica de la primera potencia mundial: China.