Y, a propósito del peligroso incidente del sábado, se reconfirma que no existe la dizque “Carretera Internacional”; que eso es un cuento de camino vecinal de a diez insufribles kilómetros por hora; que a ningún burócrata de altura le interesa disponer una verdadera carretera para el progreso y el patrullaje contínuo (como es de rigor en cualquier frontera de país con verdadero Estado), y que a ningún gobernante, de este o del otro lado, se le ocurre impulsar ese extenso territorio abandonado, ámbito de todo tipo de delincuencia, como franja de desarrollo internacional (que, por cierto, sería el mejor de los “muros” fronterizos).