Y el primer día sucedió que no había nada de nada, y por eso creó la Nada, para que hubiera algo. Y al segundo día creó la Luz, sin Nada que le hiciera sombra. Y al tercer día se puso a inventar cosas que llenaran la luz de sombras. Y al cuarto día hizo el infinito, para que todo lo anterior siempre se sintiera pequeño. Y al quinto día inventó lo más difícil: todo lo humano. Y el sexto día lo dedicó a celebrar en grande con sus amigos el hacer tantas cosas en tan corto tiempo: bebió y comió todo el día. El séptimo día amaneció malhumorado y con una resaca del demonio (que también ya lo había inventado). Y fue así como, sin quererlo, inventó lo peor: el día lunes.