Francamente me doy por vencido: no encuentro una buena justificación para que este país siga sosteniendo estoicamente su cédula de identidad, que no sea bajo la poderosísima razón de que existe Juan Luis Guerra con su 4-40. Porque, en verdad, Elena no pudo escribirle siquiera a la Woman del Callao que bebe tanto guavaberry, no llueve café en el campo, los amantes del conuco emigraron a un barrio marginado sin que a ninguno le subiera la bilirrubina y el muchachito aquel que va a la casa de la novia como la abeja al panal no le hizo caso a su advertencia de “si tú te vas me moriré”, porque sucedió que le salió la visa para el sueño y se largó.