Dicen los más viejos que “en denantes” a un ladrón le decían así: ladrón. Dicen que la gente buena les sacaba el cuerpo a los ladrones. Que comían y bebían solos. Que andaban solos. Que vivían solos y morían sin gloria y sin pena. Eso dicen los que afirman que todo tiempo pasado fue mejor. Tal vez no tanto, digo yo, pues la diferencia entre este hoy y ese ayer, en todo caso, es que entonces los ladrones se contaban con los dedos de una mano (y sobraban dedos). Pero hoy los ladrones abundan tanto que ayer me vi precisado a compartir la mesa con dos a los que casi todos saludaban como “don”, “señor” y “usted”. Y ellos, fragantes y alegres, simplemente sonreían.